A LO CALBUCANO
RAÚL GÓMEZ TRAUTMANN
RAÚL GÓMEZ TRAUTMANN
“A lo calbucano”, o mejor dicho “Comida hecha y amistad desecha”.
La expresión bastante conocida y muy socorrida con que título el presente artículo, se escucha no sólo en nuestra zona, sino que la usan en el norte, el centro y austro de nuestro país. Puedo dar fé que chilenos en el extranjero la han escuchado de labios de personas de otros países hispanoparlantes.
Expresión tan cosmopolita me ha llamado mucho la atención, y en ocasiones al interrogar al usuario, éste no ha podido explicar el sentido y alcance de la expresión.
Recreando la situación en comento, vista por un observador externo, diría que si alguien es invitado a compartir una fraterna mesa y debe por alguna razón levantarse abruptamente, es decir, más rápido de lo que las buenas costumbres aconsejan, se recurre a esta expresión, como frase salvadora que inicia la justificación de este comportamiento.
Creo que como calbucano, es bueno informar, ya que se pudiera pensar y más extrapolar que los isleños no manejamos o desconocemos el Manual de Carreño, y nuestros modales en la mesa no son los adecuados.
Eso, muy lejos de la realidad. Movido por lo anterior, me puse en campaña para conocer la raíz, esencia y sentido de lo que significaba “actuar a lo calbucano”. Para ello, recurrí a fuentes vivas: los ancianos calbucanos, ellos me han confiado lo que puede ser una de las versiones que comparto con los lectores.
La historia se teje muy atrás, cuando los viajes entre Calbuco y Puerto Montt constituían una aventura por mar. Lanchas de recorrido con frecuencia sólo semanal, transportaban a los calbucanos a la capital provincial, quienes visitaban el comercio y a los muchos parientes radicados en Puerto Montt.
Los lunes muy temprano zarpaba la lancha, desde la isla, llegando a destino después de 2 horas de viaje.
El regreso, el mismo día, por la tarde significaba que la visita a un pariente o amigo debía ser corta y precisa.
Como en la mayoría de las veces contemplaba una invitación a unas ricas onces, éstas debían ser muy rápidas y con constantes miradas nerviosas al reloj, para no perder la lancha. Si esto ocurría, significaba permanecer en Puerto Montt, varios días, hasta el siguiente viaje.
Entonces “a lo calbucano”, “comemos y nos vamos”, pudo nacer así, y de ninguna manera es un signo de mala educación o de pésimos modales en una mesa de los habitantes de la querida isla.
La expresión bastante conocida y muy socorrida con que título el presente artículo, se escucha no sólo en nuestra zona, sino que la usan en el norte, el centro y austro de nuestro país. Puedo dar fé que chilenos en el extranjero la han escuchado de labios de personas de otros países hispanoparlantes.
Expresión tan cosmopolita me ha llamado mucho la atención, y en ocasiones al interrogar al usuario, éste no ha podido explicar el sentido y alcance de la expresión.
Recreando la situación en comento, vista por un observador externo, diría que si alguien es invitado a compartir una fraterna mesa y debe por alguna razón levantarse abruptamente, es decir, más rápido de lo que las buenas costumbres aconsejan, se recurre a esta expresión, como frase salvadora que inicia la justificación de este comportamiento.
Creo que como calbucano, es bueno informar, ya que se pudiera pensar y más extrapolar que los isleños no manejamos o desconocemos el Manual de Carreño, y nuestros modales en la mesa no son los adecuados.
Eso, muy lejos de la realidad. Movido por lo anterior, me puse en campaña para conocer la raíz, esencia y sentido de lo que significaba “actuar a lo calbucano”. Para ello, recurrí a fuentes vivas: los ancianos calbucanos, ellos me han confiado lo que puede ser una de las versiones que comparto con los lectores.
La historia se teje muy atrás, cuando los viajes entre Calbuco y Puerto Montt constituían una aventura por mar. Lanchas de recorrido con frecuencia sólo semanal, transportaban a los calbucanos a la capital provincial, quienes visitaban el comercio y a los muchos parientes radicados en Puerto Montt.
Los lunes muy temprano zarpaba la lancha, desde la isla, llegando a destino después de 2 horas de viaje.
El regreso, el mismo día, por la tarde significaba que la visita a un pariente o amigo debía ser corta y precisa.
Como en la mayoría de las veces contemplaba una invitación a unas ricas onces, éstas debían ser muy rápidas y con constantes miradas nerviosas al reloj, para no perder la lancha. Si esto ocurría, significaba permanecer en Puerto Montt, varios días, hasta el siguiente viaje.
Entonces “a lo calbucano”, “comemos y nos vamos”, pudo nacer así, y de ninguna manera es un signo de mala educación o de pésimos modales en una mesa de los habitantes de la querida isla.
TOMADO DE: EL DIARIO AUSTRAL 17.06 1992 pp. A4
1 comentario:
Excelente registro.Soy de Iquique y una vez estuve en Calbuco, nos prestaron alojo en la casa de una tía de un amiga del primo de mi polola. Estabamos mochileando hasta Chiloe y se nos hizo la noche y optamos por ir a Calbuco. Nos recibieron muy bien, de una manera improvisada tomamos once y luegos dormimos en camas muy abrigados. Nos atendieron muy bien, y al otro día partimos casi sin despedirnos. Ahí fue la primer vez que escuche esa frase . . ." a lo Calbucano".
Publicar un comentario