En febrero de este año el periodista don Juan Barrientos Oyarzún, fue galardonado por la comunidad portomontina como "Ciudadano Destacado del año 2008". Don Juan Barrientos, testigo -como pocos- del quehacer regional, ha plasmado grandes hitos noticiosos como también la cotidianeidad, en sabrosas crónicas. De su extenso bagaje cronical recogemos este episodio calbucano, producto de su excelsa pluma.
LA PRIMERA RADIO DE CALBUCO[1]
LA PRIMERA RADIO DE CALBUCO[1]
por: Don JUAN BARRIENTOS OYARZUN
Allá por 1936 o 37, en Calbuco no pasaba nada (no había coca, ni morfina, y los muchachos no usaban gomina), aparte del periódico “El Faro” que aparecía de vez en cuando y que se editaba en el edificio de Guillermo Trautman, por el Club La Chaucha.
Una mañana los calbucanos se asombraron al ver al radiotécnico de Puerto Montt Alfredo García, instalando dos enormes palos en los techos de las casas de don Carmelo Davis y en la tienda y vivienda de don Luis García Descouvieres, hombre bonachón y agradable. Salieron de su inquietud cuando se les informó que eran las antenas para una radio (receptor), la primera en Calbuco que compró Luis García, y este hombre hizo saber que se iban a hacer transmisiones públicas. En el segundo piso se colocó la radio RCA que parecía la torre de una iglesia, con un ojo mágico en el centro.
La primera transmisión comenzó a las 7 de la tarde, con unas 500 personas escuchando (Calbuco tenía poco más de mil). Tangos, valses y corridos mexicanos alegraban el ambiente y luego las noticias de Chile y el extranjero, sobre todo la guerra civil española, y así se conocieron nombres como Franco, Primo de Rivera, Mola, La Pasionaria, el general Mascardo que prefirió que le mataran al hijo antes que entregar el Alcázar de Toledo. A las 10 de la noche terminaba la transmisión y aplausos y vivas de todos para don Luis García.
El segundo día ya había mil personas, gentes de las islas que llegaron donde parientes con cerditos, ovejas ahumadas, gallinas, y como era invierno los varones con mantas, litros y chuicas de las “viñas” de Jose Luis López o José Moneva. Pero a los chicos no les gustaban las noticias y como en Calbuco sobraban piedras, un menor lanzó una contra el ventanal donde estaba la radio, felizmente sin causar daño.
Vino el tercer día, siempre a las 19 horas, ya había mucho más de mil personas, mujeres con chales y hombres con mantas, litros y chuicas y canastos con tortillas, frente a la Tienda García. Llevaba la transmisión alrededor de una hora, cuando un peñascazo dió al medio de la radio y la lanzó hacia adentro.
¿Quién sería?. ¿Ursino, Joaco, Chocorane o el tuerto Yica?. Nunca se supo, ya que en el público estaban también Milton Bosnich, Floridor Cárdenas, Gustavo Torres, Carlos Pothoff y otros jovencitos de entonces, que tampoco vieron quién fué.
Don Lucho García que era bueno, pero ligero de genio, asomó por la ventana e hizo dos disparos que causaron una gran estampida (escopeta o revólver, nadie sabe con qué disparó don Lucho). Los mirones-oyentes desaparecieron dejando “la raya”, frascos y canastos, las mujeres caían y se levantaban gritando, mientras los chicos jalaban al cerro, y los oyentes de casas vecinas como Mariano Olavarría, Manuel Cárdenas y Carmelo Davis, que estaban con amigos, se lanzaban al piso, para evitar los proyectiles.
Se acabaron las transmisiones públicas y Alfredo García tuvo que apelar a sus habilidades para reparar esa que fue la primera radio de Calbuco.
La primera transmisión comenzó a las 7 de la tarde, con unas 500 personas escuchando (Calbuco tenía poco más de mil). Tangos, valses y corridos mexicanos alegraban el ambiente y luego las noticias de Chile y el extranjero, sobre todo la guerra civil española, y así se conocieron nombres como Franco, Primo de Rivera, Mola, La Pasionaria, el general Mascardo que prefirió que le mataran al hijo antes que entregar el Alcázar de Toledo. A las 10 de la noche terminaba la transmisión y aplausos y vivas de todos para don Luis García.
El segundo día ya había mil personas, gentes de las islas que llegaron donde parientes con cerditos, ovejas ahumadas, gallinas, y como era invierno los varones con mantas, litros y chuicas de las “viñas” de Jose Luis López o José Moneva. Pero a los chicos no les gustaban las noticias y como en Calbuco sobraban piedras, un menor lanzó una contra el ventanal donde estaba la radio, felizmente sin causar daño.
Vino el tercer día, siempre a las 19 horas, ya había mucho más de mil personas, mujeres con chales y hombres con mantas, litros y chuicas y canastos con tortillas, frente a la Tienda García. Llevaba la transmisión alrededor de una hora, cuando un peñascazo dió al medio de la radio y la lanzó hacia adentro.
¿Quién sería?. ¿Ursino, Joaco, Chocorane o el tuerto Yica?. Nunca se supo, ya que en el público estaban también Milton Bosnich, Floridor Cárdenas, Gustavo Torres, Carlos Pothoff y otros jovencitos de entonces, que tampoco vieron quién fué.
Don Lucho García que era bueno, pero ligero de genio, asomó por la ventana e hizo dos disparos que causaron una gran estampida (escopeta o revólver, nadie sabe con qué disparó don Lucho). Los mirones-oyentes desaparecieron dejando “la raya”, frascos y canastos, las mujeres caían y se levantaban gritando, mientras los chicos jalaban al cerro, y los oyentes de casas vecinas como Mariano Olavarría, Manuel Cárdenas y Carmelo Davis, que estaban con amigos, se lanzaban al piso, para evitar los proyectiles.
Se acabaron las transmisiones públicas y Alfredo García tuvo que apelar a sus habilidades para reparar esa que fue la primera radio de Calbuco.
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