POEMAS Y CANCIONES CALBUCANAS.
La futura historiadora Da. Carla Burdiles Soto, nos ha enviado este hermoso poema sobre Calbuco.
Lo publicamos para ensoñarnos con la patria chica. Ojalá haya cientos de cantores, narradores, pintores, que cuenten a Calbuco, con la fuerza que tiene nuestra identidad isleña, marina, combatiente.
EL VIVIR
Pasan, pasan, los viajeros marinos a las costas de Calbuco
la mar espera con inquietud a los pioneros del marisco y del pescado.
Las olas bañan a los botes como lanchas de los pescadores
contra viento y tempestad el marino prepara su carnada
con la esperanza puesta, que el fruto del mar va estar.
Día a día prepara los utensilios que va a ocupar
revisan el bote donde van a viajar, para dirigirse al pozo sin fondo,
en que se van a emerger, no respetando tiempo como clima.
Al día del zarpe, antes del amanecer se dirigen a su campo aguado,
en la puerta queda la esposa como madre a la vez suspirando
con el alma en un hilo, de la preocupación que tiene
cuando ve desapareciendo como el leve sonido
que hacen sus voces como botas que llevan.
De a poco se van desvaneciendo sus sombras
para dirigirse a lo que le corresponde
con el pacto que ha hecho con la mar.
Días van pasando en la búsqueda del producto
a veces se hace difícil, pero no imposible
en la incesante persecución que tienen en las aguas profundas,
al final llegan a los puertos algunos apenados por lo que traen
otros mas conformes con la extracción,
la esposa con los hijos esperan incesantemente
para su regreso, esperando ver la punta de la lancha o bote,
los pequeños divisan algo
y pegan el grito a la Sra. que su papá estaba llegando,
al momento de ver esto las ansias inquietan a los que están esperando
en ese momento pisan esta tierra, esos precursores del mar.
Las familias abrazan a sus pescadores, aunque les haya ido mal,
pero su victoria era regresar también y lo más anhelado
para la parentela es su regreso,
donde este marino le dice a su vieja “nos fue mal en esto”
y la mujer responde “no importa mañana va ser un día mejor,
solo importa que estés aquí, de alguna manera las arreglamos”,
al escuchar esto el navegante se voltea y mira
a la mar, piensa y le dice a esta dentro de su corazón “así sea
con la colaboración tuya, se podrá”.
De este oficio como sacrificio para algunos es dependiente de lo natural,
nada más que un poco de valor para desafiar a un agente desconocido,
por que nunca se sabe lo que tiene preparado para estos náuticos
fríos como arriesgados en retar la crudeza de este piélago,
inmenso que tenemos, rodea como irriga a nuestra isleta.
Anónimo