DON SALVADOR ALLENDE EN CALBUCO EN 1964
“Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
“Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.”
SALVADOR ALLENDE
El 26 de junio se cumple el centenario del nacimiento de Don Salvador Allende, el Presidente de los Trabajadores. Improntado está su nombre en la Historia de Chile. También forma parte del imaginario de millones en el mundo contemporáneo que aspiran mayor igualdad, equidad, justicia, democracia. Valores que emergen con fuerza en el Chile de hoy, con tan grandes desigualdades producidas por la voracidad empresarial de un modelo económico que fue impuesto con la complicidad de aquellos que jurándole lealtad, lo traicionaron, modelo, que aquellos que fueron sus seguidores hoy siguen adminstrando, coludiéndose con un facismo solapado que comienza a atrincherarse en espacios claves, como la educación por ejemplo, y que está volviendo a asomar su cara en la patria de Allende.
El Presidente Allende fue un gran demócrata, respetuoso de la ley y la Constitución. Murió proclamando su lealtad al pueblo. En su último discurso dice:
“Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley". Y así lo hizo. Sus palabras, sus pensamientos, sus luchas, sus anhelos tienen plena vigencia hoy. Y desde el fondo de la Historia regresan esas esperanzas una y otra vez para darnos aliento por dias mejores.
El Compañero Presidente visitó Calbuco en 1964 en el marco de su candidatura presidencial. Los médicos Señor Carlos Yurac y Señora Gloria Romero, recuerdan así su paso por Calbuco en el extraordinario libro: “Calbuco, Castro y Quellón 1962 – 1973. Memoria y Salud en la XII Zona”, cuyos párrafos nos aventuramos a transcribir.
Del texto aludido, en sus páginas 43-44 leemos:
“La visita del candidato presidencial Dr. Salvador Allende ocurrió, de acuerdo al testimonio de la Dra. Gloria Romero:
...en el verano de 1964 venía una comitiva del FRAP, venía Aniceto Rodríguez, médicos de Puerto Montt, el Dr. Jorge Valenzuela. Estábamos trabajando en el Hospital de Emergencia, todo el mundo sabía que nosotros estábamos por la causa de Allende. Vivíamos al lado de la Sra. Violeta Wistuba y ya se empezaba a usar esto de poner la foto del candidato y nosotros pusimos la foto de Allende, eso era raro, porque Calbuco era un reducto de derecha. Estábamos trabajando ese día, nos avisaron que estaba Salvador Allende haciendo su discurso en el Teatro La Bomba. Después de terminar nuestra labor, nos fuimos al teatro, junto con toda la gente. Pasó lo siguiente, que alguien le dijo al candidato que los médicos estaban presentes, y entonces al mencionarnos el teatro se vino abajo aplaudiendo, cosa que a nosotros nos impresionó. Allende le indicó a algún acompañante que le dijera al Dr. Yurac y a su esposa que subieran al escenario, cosa que no hicimos. El acto terminó tardísimo, como a las cuatro de la tarde, todo el mundo estaba muerto de hambre... la comitiva bajaba por calle Goycolea, íbamos hombro con hombro con Allende y su esposa. La Tencha se interesó mucho por nosotros. Me acuerdo que se acercó a mí, me tomó del brazo y me dijo: ¿dónde podríamos ir a comer un sándwich? Porque después tenían que ir a Maullín. Yo le dije, mire Tencha aquí es muy difícil, aquí no hay restaurantes, menos a esta hora, pero los invito a mi casa, que queda al otro lado del canal. Yo me atreví a hacerlo porque el día anterior habíamos tenido un abundante y bien regado curanto. La Tencha me dice, pero somos muchos, como cuarenta. No importa, vamos a la casa. Y yo bueno, encantada, porque teníamos unos peroles de mariscos, porque ese curanto lo habíamos hecho para el Dr. Augusto Courbis, Director del Hospital de Frutillar, a quien habíamos agasajado en agradecimiento de la atención del parto de Miroslav.
"Ya, me dice Tencha, pero con todos. ¡Por supuesto, con todos! La casa era enorme, teníamos dos nanas. Cuando empiezan a entrar, yo voy donde mi vecina, Violeta Wistuba, ella nuestra buena amiga era de derecha y tenía un póster de Frei en su ventana y le digo: ¿qué le parece que Ud. me preste su nana para que me ayude?, tenemos de invitados a Salvador Allende y a su comitiva. ¡Claro! me dice, no se preocupe, yo se la mando. Pasan todos, los peroles estaban listos. La verdad es que la mesa parecía preparada para un banquete. A1 ratito llega la nana, con un vestido llena de miriñaques, y me envía la Sra. Violeta unos kúchenes para el postre, exquisitos. Y cuando llega la comitiva, porque yo me adelanté, había que pasar en bote, tuve tiempo para poner manteles, abrir tarros de conservas. Cuando aparece toda esta gente, nadie podía creer que era improvisado y se mataban de la risa, decían aprovechen de comen porque si sale el Dr. Allende, no van a tener qué comer. Llegó Allende y lo primero que hizo fue pasar a la cocina y saludar de mano a las nanas: ¿saben quién soy yo? Soy Salvador Allende, futuro presidente de Chile".
Tomado del libro “Calbuco, Castro y Quellón 1962 – 1973. Memoria y Salud en la XII Zona” de Yuri Carvajal, Jorge Minguell, Homero Vásquez, Carlos Yurac. Santiago 2007 pp. 43-44
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