BIENVENIDA: ESTEBAN BARRUEL, seudónimo de JOSE ROBERTO BARRIA VARGAS, Historiador Calbucano nos hizo llegar estos dos artículos publicados en EL CALBUCANO.
Agradecemos la gentileza de Barruel por colaborar con CUADERNOS CAICAEN, EL BLOG DE LA HISTORIA LOCAL
de: EL CALBUCANO Nº 3 y 4
Agradecemos la gentileza de Barruel por colaborar con CUADERNOS CAICAEN, EL BLOG DE LA HISTORIA LOCAL
de: EL CALBUCANO Nº 3 y 4
MI COLUMNA
PASION Y MUERTE DEL PROYECTO PUENTE CAICAÉN
Por: Esteban Barruel
chilotin_barruel@yahoo.com.ar
I parte)
Hace un tiempo en Calbuco fue muy grande el debate acerca de la instalación de una empresa de harina de pescado en la Punta de Caicaén, y con justa razón los grupos de ecologistas y vecinos aledaños se movilizaron para que este proyecto empresarial no tuviera acogida por los organismos competentes, al final la pelea en un principio la ganaron los calbucanos y se declaró sitio histórico y turístico ese sector. Sin embargo, pasó el tiempo y lamentablemente el litigio tomó otros rumbos, el cual será comentario de otra columna.
Sin embargo, por ahora nadie ha dicho nada acerca de la apertura del pedraplén, a excepción de algunos vecinos y turistas que anualmente en el verano visitan la isla de las aguas azules.
Haciendo memoria, un par de años, con gran revuelo se señaló que se iba hacer una abertura para que las aguas estancadas tengan libre acceso por el canal Caicaén. Incluso, el escritor calbucano Eduardo Nievas escribió una larga columna en el diario “El Llanquihue” denunciando el tema. Se planteó a nivel municipal la abertura de unos treinta y tantos metros, en el centro del pedraplén, dígase de paso, que le palabra “pedraplén” es un galicismo y suena mejor que “piedraplén”. El proyecto resultó risible, porque no se iba a saber si con la obra ahora el paso hacia el continente era un puente o pedraplén; o sea, ni chicha ni limoná. Se señaló en su momento que las platas ya se habían conseguido.
¿Qué dice la historia respecto a esta vía que une a la isla de Calbuco con el continente latinoamericano? Muchas cosas. En primer lugar, el año 1960 la municipalidad presentó al gobierno la petición de unir a Calbuco con el continente, y en 1961 la institución edilicia encabezada por su alcalde don Alejandro Krause Rodríguez había presentado un estudio al Ministerio de Obras Pública para construir un puente, en donde se cobraría derecho a peaje a los vehículos, también se incluía cobro a caballares y vacunos.
El Diputado de la zona de ese entonces, don Evaldo Klein tuvo un papel descollante ante el Ministerio, para el que el proyecto no quedara parado y se entregue presupuesto, porque la idea era que el puente quedara listo al término del gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, situación que no sucedió. Pero el estudio quedó aprobado y la obra se traspasó al gobierno de Eduardo Frei Montalva. Al término del año 1964 el Ministro de Frei don Modesto Collado firma la aprobación de construir un puente y se llama a propuesta pública, resultando ganador la firma constructora de Marcelo Fourcade Nambrard, obviamente con presupuesto más bajo. El puente costaría 446.459,59 Escudos, más 200.000 que depositaría la municipalidad para las vigas metálicas y apoyos, para lo cual tendría que pedir un préstamo al gobierno[1].
Todo iba sobre rieles, las cotas y planos estaban listos y el Presidente Frei había firmado el decreto de construcción; Sin embargo, en octubre de 1964 el señor Fourcade intercede ante el Ministerio de Obras Públicas para reemplazar el puente por un pedraplén, cometido que logró con éxito, convenciendo a las autoridades gubernamentales, seguramente para abaratar costos. De manera que ello cayó como un balde de agua fría a las autoridades municipales calbucanas. En los primeros meses del año 1965 todo había quedado oleado y sacramentado a pesar de los ruegos y oficios de los regidores y primera autoridad local, porque como nos ha dicho quien fuera regidor don Hugo Andrade, siempre la idea había sido la construcción de un puente y no un pedraplén, pensando ya en ese tiempo todos los efectos futuros que acarrearía cerrar el paso de las aguas del canal Caicaén.
Así, los trabajos se comenzaron en el mes de agosto de 1965, lanchas veleras y embarcaciones de todo tipo surcan de isla en islas extrayendo grandes bloques de piedras las que descargan en las riberas del sector de Punta Blanca hoy avenida Los Héroes, otrora avenida Douglas. Estas son pagadas por metros cúbicos, titánica obra de isleños que vieron aquello como una nueva fuente de trabajo, sin mencionar los miles de cubos de ripios que acumularon los camiones.
Como último gesto desesperado para que se dejase una abertura en el centro del pedraplén la realizó el alcalde suplente don Hugo Andrade en los primeros días de marzo de 1966 en sendo oficio al Ministerio de Economía Fomento y Construcción, la que no fue acogida y sólo quedó en el papel.
Finalmente, con gran entusiasmo y algarabía bajo el mando alcaldicio de don Nelson Villarroel Castrillón se inauguró el 15 de mayo de 1966 la obra del pedraplén.
II parte
En la edición anterior de “El Calbucano” recordábamos cómo se frustró el proyecto “Puente Caicaén”, sus gestores, cómo se iniciaron los trabajos y la fecha de su inauguración.
Sin embargo, antes de internarnos el tema debemos considerar la mentalidad de aquella época y clarificar que si bien los municipales aceptaron a regañadientes la decisión de que se construya un pedraplén, porque al final la firma Fourcade tenía la razón, el puente proyectado se iba a construir sobre dos vigas metálicas, tableros de madera, camino asfáltico con una calzada de 3,50 metros. O sea, sólo una vía de acceso. En cambio la empresa Fourcade ofrecía un pedraplén de 245 metros, un ancho de calzada de 7 metros y pasillos laterales de 1 metro, lo cual parecía mejor que la anterior propuesta de las autoridades calbucanas. En segundo lugar, había necesidad imperiosa de unir a Calbuco con el continente por razones económicas, ya que la industria conservera de mariscos y pescados como el turismo se encontraban en un estado letárgico con una cobertura limitada, lo que impedía el desarrollo industrial y urbano del pueblo, por tanto, se visualizaba un gran flujo de vehículos hacia Puerto Montt como el resto del país, lo cual se complementaría con el cobro de peaje para Incrementar las escuálidas arcas municipales de Calbuco, situación que sucedió en los primeros tiempos en que comenzó a funcionar el pedraplén.
Aún más, cuando ya se estaba construyendo el pedraplén y a punto de unirse por el centro las vías de San Rafael y Calbuco, el alcalde suplente don Hugo Andrade Olavarría que reemplazaba al titular don Nelson Villarroel Castrillón, hace un último esfuerzo para que se construyese un pequeño puente en su centro que permita el libre acceso de las corriente de las aguas y el transporte de embarcaciones menores. Para ello, le remite senda petición al director de vialidad para que interceda porque “el cierre de esta vía natural significa un grave perjuicio socio-económico para miles de habitantes, amén que atenta contra el turismo”[2] Vale preguntarnos de aquellos acontecimientos ¿Qué ha sucedido desde entonces? Sin duda que hasta primera década de los años 1970 pocos se percataron que las playas aledañas ricas en especies bivalvas, en donde la gente más modesta iba mariscar para el sustento diario, comenzaron a escasear como producto de que las aguas se estancaron, se detuvo el flujo normal flujo de las corrientes por el canal Caicaén.. En los años 90 el hedor era insostenible, porque si bien ello había traído progreso a Calbuco, el pedraplén se había transformado en un grave problema ecológico, por la gran cantidad de sedimentación que se acumuló por el lado occidental, agregada a ello, las evacuaciones del hospital que allí se depositan.
Posteriormente, entrado los años 2000 se soñó que al cumplir Calbuco 400 años se gestionaría la apertura de este tramo, sería el broche de oro de las celebraciones, quizás un poco tiempo más, pero allí estaría el sueño cumplido. El 2004 las autoridades locales dijeron que ya estaba listo el proyecto de apertura, que los estudios ameritaban realizar los trabajos, pero curiosamente este mismo año se dio vuelta la página y ya no era necesario ni un bypass ni construir un puente, por arte de magia, de la noche a la mañana los malos olores y la contaminación se terminarían, incluso para dar término a la polémica se asfaltó el pedraplén, sepultándose así la ansiada obra.
Sin ser adivino, este proyecto de construir un puente tropezaría con un gran inconveniente en lo que se refiere a la navegabilidad de embarcaciones regionales, ya que el canal de Caicaén está plagado de centros de crecimientos de choros Mytilus y el tránsito de embarcaciones menores casi es impracticable, en otras palabras, está tomado todo el canal y abrir el pedraplén podría transformarse en un pésimo negocio para unos pocos, en tanto la mayoría de los calbucanos toda vez que se producen mareas bajas debe soportar estoicamente el fuerte hedor que proviene de esta terrible contaminación, cuyos olores que alcanzan más allá del museo, tornándose insoportable en las tardes de verano.
Con todo, creemos que es necesario que las autoridades calbucanas retomen la causa, se forme una comisión especial asesorada por algún organismo ambientalista, de manera que algún día la ciudad de las aguas azules por fin mediante la obra de un puente, solucione el problema de contaminación que nos ha dejado como herencia el pedraplén.
PASION Y MUERTE DEL PROYECTO PUENTE CAICAÉN
Por: Esteban Barruel
chilotin_barruel@yahoo.com.ar
I parte)
Hace un tiempo en Calbuco fue muy grande el debate acerca de la instalación de una empresa de harina de pescado en la Punta de Caicaén, y con justa razón los grupos de ecologistas y vecinos aledaños se movilizaron para que este proyecto empresarial no tuviera acogida por los organismos competentes, al final la pelea en un principio la ganaron los calbucanos y se declaró sitio histórico y turístico ese sector. Sin embargo, pasó el tiempo y lamentablemente el litigio tomó otros rumbos, el cual será comentario de otra columna.
Sin embargo, por ahora nadie ha dicho nada acerca de la apertura del pedraplén, a excepción de algunos vecinos y turistas que anualmente en el verano visitan la isla de las aguas azules.
Haciendo memoria, un par de años, con gran revuelo se señaló que se iba hacer una abertura para que las aguas estancadas tengan libre acceso por el canal Caicaén. Incluso, el escritor calbucano Eduardo Nievas escribió una larga columna en el diario “El Llanquihue” denunciando el tema. Se planteó a nivel municipal la abertura de unos treinta y tantos metros, en el centro del pedraplén, dígase de paso, que le palabra “pedraplén” es un galicismo y suena mejor que “piedraplén”. El proyecto resultó risible, porque no se iba a saber si con la obra ahora el paso hacia el continente era un puente o pedraplén; o sea, ni chicha ni limoná. Se señaló en su momento que las platas ya se habían conseguido.
¿Qué dice la historia respecto a esta vía que une a la isla de Calbuco con el continente latinoamericano? Muchas cosas. En primer lugar, el año 1960 la municipalidad presentó al gobierno la petición de unir a Calbuco con el continente, y en 1961 la institución edilicia encabezada por su alcalde don Alejandro Krause Rodríguez había presentado un estudio al Ministerio de Obras Pública para construir un puente, en donde se cobraría derecho a peaje a los vehículos, también se incluía cobro a caballares y vacunos.
El Diputado de la zona de ese entonces, don Evaldo Klein tuvo un papel descollante ante el Ministerio, para el que el proyecto no quedara parado y se entregue presupuesto, porque la idea era que el puente quedara listo al término del gobierno de Jorge Alessandri Rodríguez, situación que no sucedió. Pero el estudio quedó aprobado y la obra se traspasó al gobierno de Eduardo Frei Montalva. Al término del año 1964 el Ministro de Frei don Modesto Collado firma la aprobación de construir un puente y se llama a propuesta pública, resultando ganador la firma constructora de Marcelo Fourcade Nambrard, obviamente con presupuesto más bajo. El puente costaría 446.459,59 Escudos, más 200.000 que depositaría la municipalidad para las vigas metálicas y apoyos, para lo cual tendría que pedir un préstamo al gobierno[1].
Todo iba sobre rieles, las cotas y planos estaban listos y el Presidente Frei había firmado el decreto de construcción; Sin embargo, en octubre de 1964 el señor Fourcade intercede ante el Ministerio de Obras Públicas para reemplazar el puente por un pedraplén, cometido que logró con éxito, convenciendo a las autoridades gubernamentales, seguramente para abaratar costos. De manera que ello cayó como un balde de agua fría a las autoridades municipales calbucanas. En los primeros meses del año 1965 todo había quedado oleado y sacramentado a pesar de los ruegos y oficios de los regidores y primera autoridad local, porque como nos ha dicho quien fuera regidor don Hugo Andrade, siempre la idea había sido la construcción de un puente y no un pedraplén, pensando ya en ese tiempo todos los efectos futuros que acarrearía cerrar el paso de las aguas del canal Caicaén.
Así, los trabajos se comenzaron en el mes de agosto de 1965, lanchas veleras y embarcaciones de todo tipo surcan de isla en islas extrayendo grandes bloques de piedras las que descargan en las riberas del sector de Punta Blanca hoy avenida Los Héroes, otrora avenida Douglas. Estas son pagadas por metros cúbicos, titánica obra de isleños que vieron aquello como una nueva fuente de trabajo, sin mencionar los miles de cubos de ripios que acumularon los camiones.
Como último gesto desesperado para que se dejase una abertura en el centro del pedraplén la realizó el alcalde suplente don Hugo Andrade en los primeros días de marzo de 1966 en sendo oficio al Ministerio de Economía Fomento y Construcción, la que no fue acogida y sólo quedó en el papel.
Finalmente, con gran entusiasmo y algarabía bajo el mando alcaldicio de don Nelson Villarroel Castrillón se inauguró el 15 de mayo de 1966 la obra del pedraplén.
II parte
En la edición anterior de “El Calbucano” recordábamos cómo se frustró el proyecto “Puente Caicaén”, sus gestores, cómo se iniciaron los trabajos y la fecha de su inauguración.
Sin embargo, antes de internarnos el tema debemos considerar la mentalidad de aquella época y clarificar que si bien los municipales aceptaron a regañadientes la decisión de que se construya un pedraplén, porque al final la firma Fourcade tenía la razón, el puente proyectado se iba a construir sobre dos vigas metálicas, tableros de madera, camino asfáltico con una calzada de 3,50 metros. O sea, sólo una vía de acceso. En cambio la empresa Fourcade ofrecía un pedraplén de 245 metros, un ancho de calzada de 7 metros y pasillos laterales de 1 metro, lo cual parecía mejor que la anterior propuesta de las autoridades calbucanas. En segundo lugar, había necesidad imperiosa de unir a Calbuco con el continente por razones económicas, ya que la industria conservera de mariscos y pescados como el turismo se encontraban en un estado letárgico con una cobertura limitada, lo que impedía el desarrollo industrial y urbano del pueblo, por tanto, se visualizaba un gran flujo de vehículos hacia Puerto Montt como el resto del país, lo cual se complementaría con el cobro de peaje para Incrementar las escuálidas arcas municipales de Calbuco, situación que sucedió en los primeros tiempos en que comenzó a funcionar el pedraplén.
Aún más, cuando ya se estaba construyendo el pedraplén y a punto de unirse por el centro las vías de San Rafael y Calbuco, el alcalde suplente don Hugo Andrade Olavarría que reemplazaba al titular don Nelson Villarroel Castrillón, hace un último esfuerzo para que se construyese un pequeño puente en su centro que permita el libre acceso de las corriente de las aguas y el transporte de embarcaciones menores. Para ello, le remite senda petición al director de vialidad para que interceda porque “el cierre de esta vía natural significa un grave perjuicio socio-económico para miles de habitantes, amén que atenta contra el turismo”[2] Vale preguntarnos de aquellos acontecimientos ¿Qué ha sucedido desde entonces? Sin duda que hasta primera década de los años 1970 pocos se percataron que las playas aledañas ricas en especies bivalvas, en donde la gente más modesta iba mariscar para el sustento diario, comenzaron a escasear como producto de que las aguas se estancaron, se detuvo el flujo normal flujo de las corrientes por el canal Caicaén.. En los años 90 el hedor era insostenible, porque si bien ello había traído progreso a Calbuco, el pedraplén se había transformado en un grave problema ecológico, por la gran cantidad de sedimentación que se acumuló por el lado occidental, agregada a ello, las evacuaciones del hospital que allí se depositan.
Posteriormente, entrado los años 2000 se soñó que al cumplir Calbuco 400 años se gestionaría la apertura de este tramo, sería el broche de oro de las celebraciones, quizás un poco tiempo más, pero allí estaría el sueño cumplido. El 2004 las autoridades locales dijeron que ya estaba listo el proyecto de apertura, que los estudios ameritaban realizar los trabajos, pero curiosamente este mismo año se dio vuelta la página y ya no era necesario ni un bypass ni construir un puente, por arte de magia, de la noche a la mañana los malos olores y la contaminación se terminarían, incluso para dar término a la polémica se asfaltó el pedraplén, sepultándose así la ansiada obra.
Sin ser adivino, este proyecto de construir un puente tropezaría con un gran inconveniente en lo que se refiere a la navegabilidad de embarcaciones regionales, ya que el canal de Caicaén está plagado de centros de crecimientos de choros Mytilus y el tránsito de embarcaciones menores casi es impracticable, en otras palabras, está tomado todo el canal y abrir el pedraplén podría transformarse en un pésimo negocio para unos pocos, en tanto la mayoría de los calbucanos toda vez que se producen mareas bajas debe soportar estoicamente el fuerte hedor que proviene de esta terrible contaminación, cuyos olores que alcanzan más allá del museo, tornándose insoportable en las tardes de verano.
Con todo, creemos que es necesario que las autoridades calbucanas retomen la causa, se forme una comisión especial asesorada por algún organismo ambientalista, de manera que algún día la ciudad de las aguas azules por fin mediante la obra de un puente, solucione el problema de contaminación que nos ha dejado como herencia el pedraplén.
[1] Fuente: Documentos y planos del Puente de Calbuco en Archivo Documental del Museo Histórico Municipal de Calbuco.