Los Inicios de la Instrucción Popular Primaria en la
Provincia de Llanquihue. Notas
PRIMERA PARTE
Portada
del texto de lectura de D. D. F. Sarmiento:
METODO DE LECTURA
GRADUAL.
usado en las escuelas públicas de Chile en el siglo XIX
NOTA:
Esta investigación fué presentada en el 2º CONGRESO DE HISTORIA DE PUERTO MONTT. 25, 26, 27 noviembre de 2004. Posteriormente fué publicada en la Revista LLANQUIHUE HISTORIA N° 1, de la Corporación "LLanquhue Historia" Puerto Montt 2015 pp. 31-54. Para cualquier referencia citar esta Revista. Gracias.
INTRODUCCION:
LA EDUCACION EN EL MUNDO
La Historia
de la Educación, el seguimiento del proceso educativo, este gran proceso a
través del cual la humanidad se elabora a si misma, en la transmisión y
aprendizaje de habilidades manuales, nociones teóricas de un oficio o el
aprendizaje de técnicas culturales, “o los aspectos formales e instrumentales de la instrucción, definidos
en la lectura, escritura y cálculos”, tiene sus testimonios desde la mas remota
antigüedad en todos los aspecto de la civilización; que se vinculan a los temas
mas generales de la historia de la humanidad a través de un proceso
sociabilizador que inserta cada adolescente en el conjunto de la sociedad
adulta.[1] Este aprendizaje dice relación con el trabajo y con el desarrollo de
las fuerzas productivas y, también con el desarrollo de las relaciones sociales
en que estas fuerzas productivas se organizan .
La educación no está ausente en ningún
momento de la historia de la humanidad. En toda sociedad, aún las más
primitivas el hombre se educa. En las sociedades primitivas, como eran las de
nuestros antepasados precolombinos, el proceso educativo es breve, simple y
natural. Se inicia con la crianza maternal hasta que el niño sabe caminar y
comunicarse oralmente, la adultez se alcanzaba en plena pubertad y la muerte
llegaba con frecuencia a la temprana edad de unos 30 años.
La educación social está
basada por los juegos infantiles, la guía de los mayores en las tareas de
aprendizaje, la enseñanza de los ritos religiosos y la culminación en las
ceremonias de iniciación donde el púber pasa a integrar la comunidad de
adultos. En esta educación espontánea, donde no existe ninguna institución que
la imparta, cada integrante incorpora todo lo que es posible recibir y
elaborar. Al no existir la figura del maestro ni la de la escuela, tampoco hay
objetivos ni propósitos educacionales formales, reduciéndose la educación a un
conjunto de aprendizajes supervisados informalmente por los mayores, que están
dirigidos a potenciar la destreza manual y la capacidad física, con el objeto
de satisfacer las necesidades básicas, las cuales están encaminadas a mantener
la supervivencia del colectivo.
Lo pedagógico, esta aquí en correspondencia con la
necesidad humana de transmitir con eficiencia y eficacia a sus congéneres las
experiencias adquiridas y la información obtenida en su comportamiento
cotidiano con su medio natural y social. Aunque nadie tuviera idea del esfuerzo
educativo, ya que en forma espontánea la rudimentaria sociedad realizaba en
cada momento, la educación existía de hecho.
Junto con el
esclavismo se inicia la historia escrita de la humanidad y la vida urbana,
nacen en ese entonces los sistemas de educación más antiguos con dos
características comunes: enseñar religión y mantener las tradiciones de los
pueblos. Tanto el Egipto Antiguo, como Persia, la India, China, los antiguos
judíos, la mayor parte de la educación está en manos de los sacerdotes. Tanto
en Grecia como en Roma aparece la figura del profesor para la juventud.
El objetivo
griego era preparar a los jóvenes intelectualmente para asumir posiciones de liderazgo en las tareas del Estado y la
sociedad. La educación romana aporta al mundo el estudio de la lengua latina, la
literatura, la ingeniería, el derecho y la administración y la
organización del gobierno. En los primeros siglos de la influencia cristiana se
crean las escuelas monásticas, municipales y catedráticas. En la temprana Edad
Media, Carlomagno se rodea de clérigos y educadores. Otros reyezuelos crean
instituciones educativas controladas por los monasterios. La educación en el
largo período del medioevo europeo desarrolló la forma del aprendizaje a través
del trabajo o servicio propio. Aún así, la educación era un privilegio
reservado a las clases altas de la sociedad.
Con el
Renacimiento se inicia un modelo de enseñanza que tuvo influencia hasta inicios
del siglo XX. Las escuelas establecidas en Mantua, donde se incorporaron
materias como el estudio de las ciencias, la historia, la geografía, la música
y la formación física. El éxito de estas iniciativas influyó en el trabajo de
los educadores y sirvió como modelo educador.
Es al final de este período cuando aparece la
preocupación por la infancia, surgiendo la escuela como el lugar adecuado y
natural donde debían estar los niños. La escuela comienza a tener un prioritario
papel estabilizador del orden social y disciplinador de una moral dominante.
En el caso de
las iglesias protestantes surgidas de la Reforma, establecieron escuelas donde
sus líderes religiosos diseñaron la moderna práctica del control de la
educación por parte del gobierno.
Frente a esta postura la congregación de los jesuitas promovieron las
ideas educativas del Renacimiento como estaba ya establecido en las escuelas
católicas y promovieron un sistema escolar que fue preponderante en el
desarrollo de la educación católica. Entre 1548 y 1762 aparece y se desarrolla
la Pedagogía Eclesiástica, que retomada hacia 1830 es un antecedente de gran influencia en la
pedagogía tradicional. Esta pedagogía eclesiástica tiene como centro la
disciplina, férrea e indiscutible.
Con el
desarrollo de las ciencias, nuevos temas científicos se incorporaron a la
enseñanza. En el siglo XVIII en muchos países se comenzó a establecer la
educación formal. Aparece el método monitorial de enseñanza donde cientos de
personas podían aprender con un profesor y la ayuda de alumnos monitores. Estos
planes abrieron la posibilidad de la educación masiva.
Según los
historiadores de la educación el teórico educativo más relevante del siglo
XVIII fue Jean Jaques Rosseau. Se dice que fue el responsable de esta especie
de revolución copernicana de la educación que ubica al niño, como individuo, en
el centro de todas las consideraciones teóricas[2]. Gran parte de sus
propuestas radicales son recogidas por la Convención durante el período
revolucionario en Francia desde 1789 y años posteriores, donde ya se encuentra
la idea de una educación pública a cargo del Estado. La meta de la educación es
perfeccionar al hombre y servir a la vez al desarrollo individual y de la sociedad en su conjunto. Se reconoce “la necesidad
de adoptar la educación a las necesidades de la vida y plantean el problema de
la extensión del campo de la cultura desde el punto de vista de sus
destinatarios y de su contenido cultural”.
Es en esta época donde se expresan las formas
modernas de la educación[3] En el siglo XIX se
organizan en Europa los sistemas nacionales de escolarización y las nuevas
naciones independientes de Iberoamérica-entre ellas Chile- miraron a Europa y
Estados Unidos buscando copiar modelos para sus escuelas.
En el siglo pasado la
educación se centró en la infancia, estableciéndose prácticamente en forma
universal a la educación básica obligatoria.
LA EDUCACION EN CHILE:
A.- PERIODO COLONIAL
La Invención de la escritura es un hecho crucial en
la historia del hombre. Conservar, transmitir y descifrar los signos escritos
ha sido una preocupación permanente de buena parte de la humanidad. Tanto la
escritura como la lectura de los signos
ha formado parte importante de la enseñanza formal. De hecho aprender a leer,
escribir y dominar algunas operaciones
aritméticas ha estado contenido en buena parte de los programas escolares.
Los antiguos
habitantes del sur de Chile constituían a la llegada del conquistador español,
-hasta donde sabemos- pueblos ágrafos o sea no conocían la escritura ni la
lectura. Grabadas en las rocas o pinturas rupestres en cavernas de edad no comprobada han quedado antiguas
manifestaciones que están más asociadas a ritos mágicos o a la representación
de creencias muy vitales.
La escritura y
la lectura, y las instituciones donde se
enseñaban estos rudimentos vinieron junto con el conquistador español.
Cuando nuestro
país fue conquistado y luego colonizado por España, no existía aun en Europa el
concepto de que la educación era una cuestion de Estado. Quienes regían España
pensaban que la educación era una obra de caridad y por lo tanto de incumbencia
de la Iglesia. El adoctrinamiento religioso constituía el eje de toda labor
educativa ya que el concepto del hombre como criatura que debía salvar su alma
y prepararse para la vida eterna, era el fundamento filosófico vigente.
Sin embargo en Chile en el período de la Conquista
en una sociedad apenas embrionaria formada por unos cientos de hogares involucrados en la ruda tarea por
subsistir y afincarse en la tierra, en extrema pobreza y con precarios
elementos materiales, “era
imposible organizar la enseñanza, siquiera en su rama más elemental...este
campo de acción de los primeros conquistadores se redujo a su afán de enseñar a
sus hijos mestizos, y de los sacerdotes a tratar de adoctrinar a los indios”[4]
Hacia fines del
siglo XVI, este país, mitad campamento, y mitad pequeñas villas comienza una
modesta actividad educadora, metódica, reducida, discontinua y dificultosa por
la falta de recursos, la indiferencia de las autoridades, la escasez de
maestros idóneos, de locales, de mobiliario (se impartía en piezas
destartaladas y con mucha frecuencia faltaban hasta los bancos); no había
libros, los textos eran anticuados y de carácter religioso. Las bibliotecas
conventuales poseían principalmente obras ascéticas, libros místicos y
teológicos e historias de santos.[5]
“A lo largo de dos siglos funciono una organización incipiente, sin
continuidad regular, ni estabilidad. La España absolutista ignoró la necesidad
de una enseñanza primaria general en la metrópoli y por lo tanto la escatimó en
las colonias. La facultad de enseñar radicó en la Iglesia Católica. Primó la
Iglesia docente, Hubo escuelas de laicos que arrastraron una vida esporádica y
lánguida”.
“Funcionó una rudimentaria enseñanza primaria destinada a enseñar
malamente a leer, escribir, contar y doctrina cristiana. “No hubo escuelas en
los campos; tampoco los indios tuvieron escuelas. (La actividad de los sacerdotes
se redujo a darles una educación orientada por un fin religioso y político:
extender la religion católica e introducir la resignación frente a la
explotación, conseguir el sometimiento de los indígenas ante los conquistadores
con el consuelo de un mas allá mejor”[6] .
De la educación de las mujeres algunos claustros
monjiles existieron cursillos para maestras y novicias, a las que se agregaban
las niñas de las familias pudientes, las que eran adiestradas en lectura,
escritura, contar, algo de baile, música
especialmente el gobierno del hogar
Las villas del 1600, unas cuantas casuchas de adobe,
rodeadas de chozas, recibían una agobiadora proporción de práctica religiosa
católica: aparte de aprender a leer, escribir y contar, rezos continuos,
asistir y ayudar a misa, recitar el catecismo, preparación para confesarse y
comulgar, memorizar cantos religiosos y participar en procesiones. La educación
impartida por dominicos y jesuítas era clasista. En los colegios jesuitas (los
mejores educadores de la colonia) solo se admitían “personas
que sean de gente noble y buenas costumbres; y los que entraren serán
generalmente de legitimo matrimonio...” [7]
La educación en
Chile, que a lo largo de un siglo y medio estuvo en poder de la orden jesuíta y
que formó a la elite dirigente del reino, sufrió un serio revés con la
expulsión de la orden en 1767, de la que se repuso lentamente (las escuelas
fueron dadas a los franciscanos y otras
se lucieron cargo los cabildos de las ciudades).
Hacia fines del siglo XVIII
las escuelas estaban divididas en cuatro categorías: de mínima y menores; donde
los alumnos aprendían s leer escribir y rezar, de mayores que era el segundo
grado donde se estudiaba aritmética, gramática, catecismo y escritura al
dictado y de latinidad, que eran para estudios superiores. Estas escuelas
estaban a cargo de un sacerdote maestro con un rústico procedimiento de estudio
basado en el principio de la letra con
sangre entra, donde los colegiales eran castigados cruelmente y sin piedad.
Eran públicas y estaban divididas en dos secciones, dado por la categoría
social a que pertenecía el niño.
Hacia 1800 existían en el
reino de Chile unas 15 escuelas en otros tantas ciudades de provincia costeadas
con fondos de los cabildos y abiertas por los conventos.[8]
En definitiva durante la
colonia se impartió una educación muy reducida, y con una orientación devota,
formalista y abstracta, dirigida a mantener la supremacía de la aristocracia
terrateniente y de la burguesía comercial y los privilegios de la Iglesia Catoliza,
las instituciones y el dominio de las autoridades monárquicas peninsulares. Era
una educación inerte, conformista, desvinculada de la vida, sostenedora de los
poderes dogmáticos, despóticos, injustos, fanáticos y retardatarios, por lo
cual las posibilidades de desarrollo económico y de progreso social eran muy
escasos [9]
El Caso de Chiloé. El Colegio Jesuita de Castro. Las Escuelas del Rey
en Chiloé. El Intento de Crear Escuelas en Calbuco
Los orígenes de la enseñanza
en la región se remontan al siglo XVII, y se debe a la acción de los misioneros
jesuítas. Fue en la ciudad de Castro donde en 1662 se fundó el primer colegio.
Su primer rector fue el sabio, lingüista y explorador Nicolás Mascardi.
También existieron pequeñas
escuelas en Achao, Caylín y Chonchi, ya que cada misión jesuíta era un centro
cultural. Sin embargo una vez expulsados los jesuítas en 1767 los colegios
quedaron abandonados[10]
Otra huella pedagógica en la
región se encuentra en 1779, cuando el soldado dragón de Chacao Tomas de Loayza
eleva un memorial al coronel de la guarnición explicando que fue destinado por
el gobernador Garreton en el puerto de San Carlos de Ancud para “hacerse maestro de la juventud”, por
el desconocimiento de la doctrina católica que tenían los niños de ese lugar.
Durante 14 años Loayza había enseñado los
primeros rudimentos de la educación y la doctrina cristiana, recibiendo
por ello su paga como soldado. Llamado al servicio de nuevo como soldado
solicitaba a las autoridades de Lima aclarar su situación.[11]. Por este memorial, sabemos
que funcionó una escuela en Ancud desde 1772 a 1778.
La petición de Loayza fue despachada a Lima, desde
donde el mismo virrey la devolvió a Chiloé para que el gobernador del
Archipiélago en consorcio con la Junta Local
tomara la providencia del caso, considerando que desde la expulsión
de los jesuitas la provincia adolecía de
educación. Se recomendaba que se usaran los dineros de las ventas y remates de
los bien de los jesuitas para este efecto. Reunidos Gobernador y Cabildo de
Castro, este resolvió dividir las rentas: Una para Loayza como preceptor en San
Carlos y otra para un cargo similar en Castro.
Nuevamente fue remitido a Lima el expediente, el
director de Temporalidades dilató una respuesta hasta 1783, pero proveyendo la
erección de tres escuelas en los curatos de Castro, San Carlos y Chacao,
dotadas con 100 pesos. Vista esta resolución el 1º de julio de 1785 el
gobernado Martínez de la Espada creó una escuela, encomendado a Francisco
Javier Martel, vecino del puerto y dueño del potrero Coyhuin, como preceptor de
la misma. La parte económica debe haber jugado parte importante en el asunto,
porque en 1787 los pagos seguían en tramite. Loayza había muerto y Martel se
hacía cargo del papel, plumas, tintas y cartillas y libros para la marcha de su
establecimiento.
Ese año la Junta de
Aplicaciones de Lima insistía en la creación de Escuelas en Castro, Chacao y
Calbuco.[12] Ese mismo año se podían informar al monarca que la mayor parte de los
bienes llamados Temporalidades de los Jesuítas se habían consumido en “la enseñanza de la
juventud de aquel vecindario”.
Se desconoce el detalle de la instalación de las escuelas de Chacao,
Calbuco y Castro, pero existe un testimonio del funcionamiento de esta ultima
en 1807. Es un edicto suscrito en Castro el 21.07.1807 por el preceptor de
letras don Mariano Félix de Arrizaga que promulga en doce puntos diversos
detalles de la conducta escolar.
Podríamos concluir que “a partir de la
expulsión de los jesuitas en 1767 la educación en la provincia de Chiloé quedó
gravemente resentida”.
Entre 1772 y 1783, enseña las primeras letras en
Ancud Tomás de Loayza. En 1786 se crean 3 escuelas del Rey. La de Ancud
comienza a funcionar el 1º.7. 1786. En Castro funciona la escuela en 1807, y su
plantel “estaba compuesto por un P. Rector, un preceptor,
un bedel y cuatro celadores. Funcionaba en el antiguo colegio jesuíta, que fue
refaccionado, la enseñanza era gratuita y se impartía tanto para españoles como
indios[13].
B.- PERIODO REPUBLICANO.
EL ALBA DE LA
REPUBLICA.
LA POLITICA
EDUCACIONAL CHILENA EN EL SIGLO XIX. ETAPA INICIAL 1810-1830
En la incipiente conciencia de nacionalidad que movió a los hombres
que libertaron a Chile de la tutela española, estuvieron siempre conjugadas las
ideas de independencia política, progreso social y educación nacional[14]. El punto de partida para la difusión de la enseñanza lo dá ese
egregio patriota que fué don Juan Egaña, quien a los pocos días de la
instalación de la Primera Junta Nacional de Gobierno presentó un plan de
sugerencias al Conde de la Conquista entre
cuyos propósitos estaba el desarrollo de la educación [15]. Inspirado en el doctrinarismo francés, el Primer
Congreso Nacional en 1811 estableció la filosofía empeñada
en materia de educación, manifestando que “la
soberanía del Estado se afincaba en el “pacto
social”, siendo
una de las primeras obligaciones de este, “cuidar de la educación e instrucción publica”.[16]
En el período comprendido entre 1810-1830, cuando la inestable
república luchaba por su organización, los gobiernos no abandonaron su
preocupación por la enseñanza, siendo este un período de inicio y de dificil
desarrollo[17]. En 1812 José Miguel Carrera exigió a los cabildos y conventos la
apertura de escuelas primarias, tanto de varones como de niñas.
El fundamento para la misión
educacional del Estado está dado por el decreto del 18.6.1813 sancionado por la
Junta Suprema de Chile que ordenaba que “en
toda ciudad, toda villa y todo pueblo que contenga cincuenta vecinos, debe
haber una escuela de primeras letras costeada por los propios del lugar o por
el jefe de la provincia”. En este Reglamento para los Maestros de Primeras
Letras se disponía la gratuidad de la enseñanza y de los textos y útiles
escolares.[18]. Reglamentaba la profesión de maestro. Dice el decreto: “por la importancia de su
ministerio y por el servicio que hacen a la Patria, los maestros deben ser mirados con toda consideración y honor”.El decreto encomendaba al Cabildo la supervisión de la enseñanza a
través de un “protector de escuelas”.
La revolución de la Independencia conmovió al naciente país durante 8
años vividos en permanente sobresalto y alteración. Los intentos por organizar
al país fueron complejos y difíciles. Triunfante la causa independista no
solamente significó la instauración de un nuevo
régimen político, sino que debió proyectarse en una lucha sostenida para
modificar hábitos e instituciones profundamente arraigadas,
“el programa de los ilustrados contemplaba como medida esencial
instruir a la población, habilitarla laboralmente, pero también se pensaba en
educar a un pueblo que no estaba preparado
para el ejercicio de la soberanía. La incultura y la pobreza
determinaron que el pueblo siguiera ocupando el mismo rango servil de antes.
Los criollos libertadores pronto se constituyeron en una oligarquía dominante
que procedió con absoluta prescindencia del pueblo en lo político. La
aristocracia colonial, el clero y el ejército fueron los encargados de
organizar el país. “
“Las condiciones ya señaladas hacían imposible concebir otro régimen
que no fuera militar como solución provisional antes que el Estado se
constituyera legalmente. En el fondo prevalecen la misma estructura social y
las instituciones de la colonia”.
O’Higgins asume entonces la tarea de operar reformas
sociales, comprendiendo que solamente por la modificación de la cultura y las
costumbres seria posible construir una mentalidad republicana. Durante su
gobierno se creó el cargo de Protector
de la enseñanza primaria y se amplió el decreto de 1813, estableciéndose
las cátedras, especificaciones de la enseñanza y otros detalles[19]. Por carencia de planes de enseñanza y de metodología pedagógica se
adopta el sistema lancasteriano de enseñanza mutua: Los alumnos mas adelantados
debían enseñar a sus compañeros[20]
En este período la enseñanza estuvo presente
en los ensayos institucionales y los proyectos constitucionales que los
secundaron. Aún cuando “no podemos hablar de
grandes avances en este período emancipador, especialmente en cobertura es
indudable que hubo una preocupación apreciable desde los diferentes gobiernos” [21]
La incorporación de Chiloé a Chile Republicano
Un importante acontecimiento, determinante en el destino regional,
ocurre en este periodo: El vasto territorio, con los imprecisos limites de Los
Llanos por el norte es ocupado por el gobierno chileno junto con la anexión de
Chiloé insular. En este territorio continental que despues configuraría la
provincia de Llanquihue existen los poblados de Calbuco, Carelmapu, Maullín,
donde en las postrimerías del dominio español se hizo sentir la mano diligente
del ultimo de los gobernadores del rey, Quintanilla; quien huérfano de toda
ayuda exterior, logró mantener un elevado nivel de la enseñanza primaria [22]
Anexado Chiloé a Chile Republicano, en 1826, fue
nombrado intendente provincial don Santiago Aldunate, quién junto a su
secretario; Daniel Forelius –un exiliado sueco- inició un vasto plan educativo
primario.
Según el censo levantado por la Intendencia en 1827
existen en Chiloe 7 604 niños de 7 a 15 años y asisten a la escuela 3 511. Un año
más tarde la población escolar era de 4 606 alumnos. En términos cuantitativos
recibían instrucción primaria el 50% de los niños mientras en Santiago la
población escolar era de solo un 10 %. Esto solo era posible gracias a que un gran porcentaje de personas sabía
leer y escribir, producto del legado colonial. La superioridad nacional de
Chiloé se mantuvo por decenas de años “llevando
a Andrés Bello a decir ¿Quién creería encontrar en el grado superior de esta
escala a la provincia de Chiloé”[23]
De esa época
data la primera escuela de la futura provincia de Llanquihue, establecida en
Calbuco por Aldunate. En nota al Cabildo de Calbuco del 26.2.1829 señala:´
“Siendo la Educación Pública la primera
atención de todo magistrado, tan recomendada por la Constitución
particularmente a las Municipalidades...a fin de conseguir...el planteamiento y
mantenimiento de escuelas de primeras letras en todas las capillas. Sabiendo
que en la cabecera de ese partido no existe escuela ninguna y figurándome que
[es] solo por falta de maestro,... deseando proporcionar una persona que tenga
aptitudes para hacerse cargo de la escuela de esa capilla del fuerte, he
buscado a un joven... llamado Anastasio Mansilla que ha convenido marchar allí
con el objeto indicado”...[24]
La Etapa Preparatoria del Desarrollo Educacional 1830-1850
A partir de 1830, se inicia en Chile la época de “la
paz conservadora”. Las energías y recursos del Estado, antes ocupados en
sofocar revueltas y desórdenes intestinos, ahora fueron ocupados en desarrollar
las potencialidades económicas y sociales de la nación. La administración
estatal durante el gobierno de Prieto fue considerada modelo en América del
Sur. Chile se dicta en 1833 una Constitución Política que lo regirá por 90
años.
Esta Constitución reitera y consagra la voluntad
expresa del Estado por difundir y fomentar la enseñanza publica. Recomendaba a
las Municipalidades “cuidar de las
escuelas primarias y demás establecimientos de educación”, declaraba que la educación pública es una atención preferente del
Estado, dictaminaba la existencia de una superintendencia de Educación Pública
a cuyo cargo debía estar la inspección de la enseñanza nacional y dirigida bajo
la autoridad del Estado. Se introduce el concepto de Estado Docente frente al antiguo monopolio eclesiástico. El plan
general de educación lo formaba el Congreso y el Ministerio respectivo.
[1] Mario
Alighero Manacorda: HISTORIA DE LA
EDUCACION pp. 11
[2] Roger GAL: HISTORIA DE LA EDUCACION pp. 92
[4] Julio Cesar
Jobet: DOCTRINA Y PRAXIS DE LOS
EDUCADORES REPRESENTATIVOS CHILENOS pp.21
[5] Jobet:
op. cit. pp.25
[6] Jobet: op. cit. pp. 25
[8] Jobet: op. cit. pp. 63
[9] Jobet: op. cit. pp. 64
[10] Walter
Hanisch Espíndola S. J.; HISTORIA DE LA
COMPAÑIA DE JESUSS EN CHILE pp.
[11] Gabriel
Guarda OSB: ESCUELAS DEL REY EN CHILOE
DESPUES DE LA EXPULSION DE LA COMPAÑÍA. En: BACH Nº 83-84
pp. 207-217
[12] José Toribio
Medina: COSAS DE LA COLONIA pp. 450
[13] Gabriel
Guarda O. S. B. : op cit. pp. 217
[14] RECOPILACIÓN DE ANTECEDENTES
ACERCA DE LA HISTORIA Y LA EVALUACIÓN DE LA EDUCACIÓN EN CHILE pp. 6
[15] Fernando
Campos Harriet : DESARROLLO EDUCACIONAL
1810-1960
[16] María
Angélica Apey R. : LA INSTRUCCIÓN RURAL
EN CHILE DURANTE EL SIGLO XIX O COMO FUE LA ENSEÑANZA EN UNA SOCIEDAD POCO
EVOLUCIONADA. EN: Dimensión Histórica de Chile Nº 6-7 1989/1990 pp. 75
[18] ib. id. pp. 13
[19] Campos: Op.
cit. pp. 14
[20] Campos : Op.
Cit. pp. 15
[21] Maria Loreto
Egaña Baraona: LA EDUCACIÓN PRIMARIA
POPULAR EN EL SIGLO XIX EN CHILE. UNA PRÁCTICA DE POLITICA ESTATAL. pp. 26
[23] Apey op.cit. pp. 79
[24] ANS
Gobernación de Carelmapu Vol 1
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