CONFLICTOS SOCIALES EN CALBUCO
HISPANO: LOS INDIOS REYUNOS CONTRA EL GOBERNADOR DE CHILOE (1761-1765) - PARTE 2
JOSE D. MANSILLA-UTCHAL ALMONACID
caicaen@gmail.com
C ONTRAOFENSIVA LEGAL DE LOS REYUNOS
En carta a la Audiencia de Santiago
dice Teodoro Martínez de Saavedra, protector de indios de Concepción, que no
bien habían salido para Santiago Colechu y sus compañeros cuando otra piragua
con 16 indios, entre ellos dos caciques arribaron con las mismas quejas. Luego
el 17 de febrero arribaron los caciques Juan de Aloy, Domingo Cainquel, Miguel
Colipillu y Francisco Ñanco. Todos ellos se presentaron ante el fiscal de la Audiencia Melchor
de Santiago Concha, exponiendo lo que había ocurrido con el mandato presidencial
del 11 de agosto de 1763.
En sus
descargos Garreton alega que estos indios que llegaron a la Audiencia desertaron
de Chiloé antes de que él iniciara las indagaciones. Lo cierto es que en los
autos remitidos a Santiago el corregidor de Castro fecha el 6 de marzo de 1764,
aparece el gobernador obedeciendo la provisión del 11 de agosto de 1763, recién
el 31 de enero de 1764, y estimo que lo hizo cuando se enteró de la huida de
los caciques reyunos de Abtao y Caycaén hacia Concepción. En este obedecimiento,
refrendado ante los escribanos Andrade y Gómez se “cuida de establecer que los
caciques querellantes deben probar su demanda si quieren que les dé
satisfacción[2]”
Ese mismo dia
se dio comienzo a las indagaciones. El corregidor de Castro emitió un auto notificando
al protector de los indios naturales de la provincia José Muñoz de Alderete,
asignándole cinco días a los caciques para probar su querella.
Las
declaraciones de querellantes, acusados y testigos duraron todo un mes. Al
tenor de las declaraciones se desprende que a los reyunos se adeuda:
18 tablones de
alerce de tres varas de largo cortados en la cordillera
100 tablas de
avellano
50 remos de
barca de la misma madera
Toda la madera
cortada y trabajada para la
Galeota y barca del Rey que además han trabajado desde el
principio de su fábrica.
Pago de los
dias empleados en recoger los diezmos por espacio de dos años, a valor de un
peso de provincia al día como se les paga a los jornaleros.
Pago de
tablones para hacer cajas, 15 artesas, 15 bateas y 16 chungas, ordenados por el
gobernador.
Pago de
salarios por los indios ocupados como sirvientes por Isidro de Vera capitán del
fuerte San Miguel, el vicario de Calbuco Joaquín de Acosta, y otros repartidos
en distintas personas de ese fuerte.
Pago de dos mil
chiguas de carbón
Pago de los
días en que los han ocupado en acarrear leña para el capitán y gobernador.
Consultado el
teniente de Tesorero Pedro de Flores y el teniente de contador interino Mateo
Abraham Evrard, certificaron que en los libros de la Real Hacienda no
existían partidas de pagos hechos a los
caciques de ambas reducciones. Pero que la práctica era gratificar a los indios y caciques de
dichas reducciones con trescientos pesos de “buena plata anuales, que se les
reparte fielmente en tabla y mano... y que con esto han estado siempre prontos
a trabajar con buena voluntad en las obras que se han ofrecido del Rey [3]”
De la otra
parte recusada declararon autoridades, funcionarios, soldados, gobernadorcillos
de indios, caciques. Estas declaraciones
no hacen otra cosa que avalar el proceder
de Garreton y sus subordinados. Sus testimonios se pueden resumir en los
siguientes puntos:
Las conas
de Calbuco son indios y caciques que no tienen grado alguno y por eso se han
ocupado en cortar tablas, hacer remos y en la fábrica de dos navíos. Se ocupaban
siete hombres en cada cuadrilla para acarrear madera y se iban alternando.
Consideran
falso que se haya obligado a la recaudación del diezmo, ya que desde tiempo
inmemorial es ocupación del cacique mandón en su carácter de gobernadorcillo. La recaudación se hacía
solo en dos meses y no seis y que para ello se ocupaban 2 cuadrillas de 40
hombres.
Anualmente los
reyunos fabricaban una piragua de cuenta de Su Magestad, para su real servicio
y la recaudación del diezmo para los gobernadores. Porque con eso se mantienen
y se hace así porque no hay orden en contra y asi se acostumbra desde tiempo
inmemorial.
Pasaron,
después, el corregidor de Castro, los tenientes de oficiales reales, los
escribanos y el protector de indios a visitar el astillero de la fabrica de la Galota y falúa del rey para
comprobar si los tablones obsequiados por los reyunos se habían destinado a la
obra de la embarcación.
El Protector
declaró cuantos indios conas estaban repartidos en poder de particulares y resultó:
Donde el
gobernador 2
indios
Cura de Chacao 1
indio
Cura de
Calbuco 9 indios
Capitan de
Calbuco 8 indios
Teniente Soto 2 indios
Alférez
Alvarado 1 indio
Sargento
Mansilla 1
indio
Sargento mayor
de Chacao 2 indios
Alférez Pedro
Mansilla 2 indios
En total 26
indios reyunos libres reducidos a sirvientes de diferentes autoridades.
En sus
descargos Garreton retruca que el no ha hecho innovación alguna al respecto y
dejó todo como encontró hecho por sus antecesores. Esgrimió también el capítulo
de una instrucción de Manuel Amat que siendo presidente de Chile recomendó:
“Si en Lima se le suministrase fierro viejo... y también lona de las
velas de1 desecho, convendría que atrayéndose con voluntad a los indios
carpinteros de su jurisdicción, construyese sin costo dos bergantines de porte
cada uno de llevar cien hombres...[4]”
El estamento
español de Chiloé cerró filas en torno al gobernador, tensionando a toda la
sociedad chilote, colocándose ambas repúblicas en posiciones antagónicas. Parte
de ese clima confrontacional está reflejada en la declaración contradictoria
del sargento mayor Abraham Evrard que dice:
Los indios conas de la reducción de
Abtao han contribuido con quinientas chiguas de carbón para las fraguas del Rey
en dos años y dos meses que Garreton gobernaba y para dar abasto a las fraguas
del Rey cuando se trabajaba en el montaje de la artillería fue necesario
comprar carbón a varios particulares; que el carbón de los indios de Abtao es
de mala calidad y solo sirve revuelto con el bueno; que es ridículo el tamaño
de las tales chiguas pues como trabajo de indios chilotes, poco y malo, algunas
de ellas apenas tenía un almud de carbón y lo demás de tierra y ceniza...
según los
reclamos del maestro armero Fermín Velázquez[5].
Entre las diligencias
hechas por Garreton en esta etapa del conflicto se cuentan: A pedido del
Protector de Indígenas el 8 de febrero de 1764 exoneró de su cargo al cacique
mandón Gonzalo Colipangui y su hijo que
hacia de sargento mayorcillo. Exoneró a los caciques e indios graduados de la
obligación de trabajar en los barcos y en el corte de maderas, mas no de las
faenas en los fuertes. El mismo Garreton declara que tuvo necesidad de ocupar a
los indios de las reducciones de Abtao y Caycaén en obras de Su Magestad, que no les pagó cosa
alguna por tener ellos una asignación de trescientos pesos anuales que recibían
cuando se repartía a la tropa el Real
Situado.
Con relación a
la orden del 11 de agosto de 1763 que le fue entregada por el corregidor de
Castro que manda pagar a los indios por los trabajos, y en atención a las declaraciones
de las partes y considerando que la construcción de los barcos fue hecha por
orden del actual virrey, Garreton como Juez Conservador de la Real Hacienda
suspende esos pagos dejando la determinación al Presidente, Gobernador y
Capitán General de Chile. Sin embargo, se compromete a pagar los tablones,
artesas, bateas y chungas, a pesar de que fueron obsequio de los indios a su
gobernador y que en el futuro pagara el importe de cuatrocientos pesos de
provincia a los recaudadores de los diezmos y las correspondientes raciones
diarias.
Queda en la
espera de la resolución del presidente y escribe una representación que adjunta
a los autos que dice:
Don Juan Antonio Garreton.... Dice que
ha visto las representaciones hechas por las reducciones de Calbuco y Abtao...y
bien persuadido que la voluntariedad de los indios es causa de tanto alboroto
sin tener fundamento para ello... pues no ejecutando por sí estas operaciones
sino producidas de agena influencia que lo animan...es causa que anden de este
modo vagantes... I no poniendo remedio a estos desordenes se aumentará este
pernicioso vicio de fugas... Por lo que se hace preciso en este caso y en otros semejantes... se haga alguna
particular demostración de castigo para enmienda de los que lo ejecutan y ejemplo
de los demás. I no siendo así ... le será a este gobierno ... imposible
mantener la provincia en buen régimen
pues... no me queda duda que dejándoles esta puerta abierta se animarán y de la
provincia apartándose de la pública
obediencia y cristiandad porque no aspiran a otra cosa sino es al ocio y
libertad que llegará el tiempo de negar la obediencia al gobierno y demás justicias…según
ejemplos que se han visto y la experiencia enseña que esta nación necesita de
sujeción...[6]
Al día
siguiente, 11 de febrero el corregidor de Castro ordena que los autos se
remitan a la
Capitanía General para su decisión.
Pero hace dias
que las popas de las piraguas de Abtao y Caycaén dejaron atrás el Golfo de los
Coronados y la punta de La
Galera. Ya en Concepción se han entrevistado con el protector
Saavedra y han llegado a Valparaíso y desde allí por tierra a Santiago. El
oidor de la Real
Audiencia Melchor de Santiago Concha pone en conocimiento del
presidente nuevamente lo escrito por los caciques de Abtao y Calbuco y le
solicita que se emita una segunda provisión con más fuerza y dirigida a
“persona de mayor representación” para que la haga cumplir, solicita además que
el corregidor de Castro envíe los autos que se han debido obrar en cumplimiento
del decreto del 11 de agosto de 1763.
El 04 de abril
de 1764, el presidente Guill de Gonzaga mandó que se cumpla el decreto del 11
de agosto, ordenando que el corregidor de Castro entregue los autos al sargento
mayor Mateo Abraham, a quien se le otorga comisión para que practique las
diligencias encomendadas al corregidor. Se les notifica al corregidor,
gobernador, justicias y mandones de la provincia que en el caso de hacer la mas
leve vejación a los caciques e indios querellantes se les aplicará una multa de
mil pesos con apercibimiento a presentarse en los Tribunales y perder el cargo.
Mientras por
una puerta de la Audiencia
salía la nueva provisión rumbo a
Calbuco, por otra ingresaban los autos enviados por el corregidor Vargas desde
Chacao. El 26 de abril el presidente ordenó que los papeles se adjuntaran el
expediente de la causa, sin innovar en
lo mandado. Son los antecedentes que hemos tenido en vista.
Esta segunda
provisión fue traída a Chiloé por los caciques reyunos Juan Aloi, Miguel
Colipillu y Francisco Ñantu, fugitivos que estaban de Calbuco. El mismo
Garreton acusa que cuando llegaron los caciques desde Concepción se quedaron
tres dias en Carelmapu en casa de Diego Marverde y que desde allí despacharon emisarios
a distintos parajes de la provincia comunicando a sus parciales “novedades de
estraños sentidos a fin de conmover los ánimos...dando ocasión a que el
libertinaje del vulgo levantase quiméricas noticias...[7]”
Los caciques
llegaron a Castro el 8 de julio de 1764, encontrándose con la noticia que Mateo
Abraham había muerto. Al dia siguiente solicitaron al sargento mayor subrogante
la apertura de los pliegos y que ordenara su ejecución. Abiertos estos ante los
escribanos se notificó al corregidor de Castro para que emita autos de las
diligencias ordenadas. Vargas contesto por escrito desmintiendo a los indios de
no haber hecho las diligencias necesarias.
Ese mismo dia
el protector Muñoz de Alderete solicitó el pago a los caciques y conas de Abtao
y Calbuco como mandaba el capitán general, pues hasta la fecha no se les había
abonado ni medio real. Replicó el sargento mayor interino que no habia lugar a
la petición por cuanto los autos se habían remitido a Santiago y dejado la
decisión de lo demandable en manos del capitán general del reino.
Nuevamente
pasaron meses sin resolverse la cuestión. Mientras tanto Garreton convocó a los
caciques en Chacao con el fin de interrogarles si era verdad que se habian
concertado nombrando a Juan Aloi y Domingo Cainquel para representarlos ante el presidente porque
estos decían representar a todos los caciques en sus quejas. Según Garreton
respondieron los caciques a coro que no tenían conocimiento de las fugas
de los nombrados por que cuando esto
ocurrió ellos estaban en Chacao.
Una tercera
provisión había sido emitida por el presidente y dada a conocer en castro el 4
de mayo de 1765, donde se ordena pagar a los reyunos según lo estipulado en 11
de agosto de 1763. Esta provisión se publico por bando el 17 de mayo en Chacao.
Sin embargo un
hecho producido por el propio Garreton vino a definir los acontecimientos: En
una carta dirigida al presidente Guill y Gonzaga las emprende contra los
jesuitas diciendo que si de la provincia “salieran tres jesuitas...lograría la Sagrada Compañía
de Jesús hacer el mayor obsequio a Dios y quedaría es provincia en una gran
tranquilidad[8]”
En dicha carta
acusa que los misioneros habian escrito cartas anónimas en contra del
gobernador Santa Maria denigrándolo, que la embarcación que conducía las cartas
se perdió y Santa Maria intercepto las notas por casualidad y las presento a su
despacho. Al mismo tiempo Garreton presento su renuncia al cargo de gobernador.
Nuevas indagaciones llevaron a la conclusión al fiscal de la Real Audiencia que
Garreton había violado la correspondencia de los jesuítas en Chiloé y para
evitar mayores perturbaciones, pide que se
le separe del oficio de gobernador.
Posteriormente
el fiscal Concha informó al Capitan General en agosto de 1765, que consta no
haberse aliviado en nada a los indios a pesar de lo ordenado por el presidente
a Garreton, y que ahora se sumaba la causa criminal por apertura de
correspondencia. Pide al presidente que se le destituya de su cargo y se le
impongan las penas que por fuero y derecho ha incurrido, para que en el futuro
sucesor de Garreton guarde y cumpla los capítulos específicos en los autos. No
sabia el fiscal que Garreton ya había pagado.
El 17 de
agosto de 1765 el presidente ordenó que se haga como pide el fiscal y que el
nuevo gobernador actuara con los indios conforme a las ordenanzas del marqués
de Casa Concha, las cuales para refrescar la memoria de encomenderos y otros se
pregonaran por bando en la provincia de Chiloé. Todavía en Santiago y recién
nombrado el nuevo gobernador Manuel de Castelblanco recibió estos mandatos del
capitan general el 11 de septiembre de 1765.
El nuevo
corregidor de Castro B. Gregorio Gómez, en nota fechada a 20 de octubre de
1765, dice que “en cumplimiento de lo mandado, se pagaron a los indios de
Calbuco y Abtao tres mil pesos por sus jornales, dos mil en reales y mil en
efectos, fuera de cien pesos mas que se tenían por recibidos...” con cuya
cantidad según presentación escrita de su protector quedaron conformes y se repartieron
entre 310 hombres, tocando la mayor parte a 96 reales c/u y quedaron en paz,
libres de servicio personal y demas obligaciones en que los tenían los
gobernadores, por lo que agradecieron al muy ilustre señor Presidente y rendían
las debidas gracias a Su Magestad. [9]
Los reyunos
cobraron por sus salarios la suma de cinco mil setecientos cincuenta reales a
excepción de la comida. Examinadas las cuentas por Garreton les propuso transar
en dos mil pesos de palta y cuanto diere de diezmo el partido de Quinchao.
Deliberando caciques y Garreton en el palacio del gobernador se transó en tres
mil cien pesos de plata que en pesos de la provincia equivalía a 12.400 pesos.
El pago se hizo el 28 de mayo de 1765.
Pasó el
corregidor de Castro al fuerte San Miguel a hacer pagar a los indios repartidos
en particulares en ese lugar. Allí los reyunos confesaron haber sido pagados y
satisfechos. El único que no pagó fue el cura de Calbuco Joaquín de Acosta
quien dijo “no estaba obligado a la paga por haberse servido de los indios a
titulo de doctrinero sin exigirles frutos o recensiones”. Quedaron en adelante
los indios desligados de servirle personalmente.
En sus
descargos finales Garreton expone que pagó de su propio peculio los tres mil
pesos, que se reintegró de las Cajas Reales solo quinientos pesos quedando en
la pobreza total, no teniendo ni un platillo en que comer. Pide a la Real Hacienda que
examine las cuentas porque se esta pagando trabajos que se hicieron por cuenta
del rey. El Contador Real Lorenzo de Arrechea concluyó la revisión estimando
que debía devolverse a Garreton 859 pesos 3 reales pues esa parte era por
cuenta del rey. Sentenció el oidor Aldunate que como esa suma se invirtió en la
fábrica de las dos galeotas de orden del señor virrey, Garreton debía recurrir
al virrey en Lima para solicitar su reembolso.
En nota al
capitan general, se queja de que se dirigió
contra él toda la fuerza de la justicia, que no hizo innovaciones, pues
lo que ejecutó lo halló establecido de sus antecesores. Que su corto sueldo no
le alcanzaba ni para papel y sólo contaba para su mantención con los diezmos
que los indios recogían. Con el nuevo orden de cosas, argumentaba, el gobierno
de Chiloé sólo se podrá conceder en adelante como destierro.
EPÍLOGO
Al parecer
Garreton pasó a Lima, allí su superior Amat, le canceló las diferencias y lo
volvió a nombrar Gobernador de Chiloé. En 1773, lo volvemos a encontrar en un
momento de gran convulsión en la sociedad chilote. Los indios tributarios
abogan por la extinción de la encomienda en Chiloé. El dia 24 de diciembre 28
caciques presentaron sus quejas en San Carlos, Garreton les contestó en voz
alta que nunca saldrían de las encomiendas, atemorizándolos en vez de buscar
soluciones.
Con relación a
los indios reyunos de Calbuco y Abtao, en 1767 el gobernador Manuel Fernández
de Castelblanco se quejaba en 1767 que los indios de la reducción de Calbuco:
según el estado en que están cada día se
va radicando ellos nuevas imposiciones, que ya no es llevadero ocuparlos en
cualquier servicio del rey dándoles el premio diario que está ordenado...ya que
en obedecimiento al despacho de una embarcacioncilla piragua para registrar la
costa de esta provincia hasta la punta de La Galera en la plaza de Valdivia ...y en tratos con
el gobernadorcillo Juan Aloi...habiendo llegado al término del trato de cuanto
les debía pagar... quince pesos no de provincia sino de plata de cruz y lo
firmaron Su protector y dos soldados infantes conmigo para que conste...[10]
En 1768 los
indios reyunos están ocupados en construir
las defensas militares de San Carlos de Ancud en tiempos de Carlos de
Beranguer, quien le llamaba la atención esta milicia siempre “envuelta en su
extraño traje de poncho”. Para entonces se habia fundado la villa de San
Carlos, el gobierno de la provincia se habia trasladado a ese lugar. También
Chiloé había sido separado del reino de Chile y anexado al Perú. Los indios
encomenderos debían dirigir sus reclamos a Lima.
Fueron
acusados por los gobernadores y exploradores de incitar a los indios tributarios
de abogar por su libertad y salirse de las encomiendas. El mismo Castelblanco
escribe: “la altanería de los indios ha llegado a tan alto grado que solo falta
declararse por libres”.
Agregaba que
los indios tributarios se sentían postergados frente a los reyunos de Calbuco[11]
y que los indios encomendados se acercaban a los reyunos con el propósito de
intentar pasar por oriundos de Calbuco y quedar asi liberados de encomienda y
tributo[12].
Además, los reyunos eran considerados ladinos porque la mayoría sabia hablar
castellano y veliche y muchos sabían leer y eran expertos en pleitos y en eso
asesoraron a sus compañeros de etnia.
Otra
apreciación es la del marino andaluz, Moraleda: “En los reyunos hay una especie
de soez altanería, que como característica de ellos los distingue de todos los
demás...”[13]
Hacia fines de
siglo, y como consecuencia de la guerra de España contra Francia habian cedido
y hecho oblación como donativo al Soberano de los 300 pesos con que Su Magestad
los gratificaba anualmente[14]
Según Olguín
Bahamondes la importancia del paso dado por los reyunos fue determinante en el
problema que por entonces tensionaba la sociedad chilote: La supresión del
servicio personal en el régimen de las
encomiendas[15].
El coraje y su
perseverancia para buscar la justicia en Santiago y la dignidad que tenían de
andar libremente por islas y pueblos fué un poderoso estímulo para la lucha que
posteriormente dieron los caciques tributarios del archipiélago chilote en los
estrados de Lima procurando la supresión de las encomiendas, las que fueron
definitivamente abolidas en Chiloe el 1º de octubre de 1780 y comunicadas por
bando a pregón y caja en la ciudad de Castro el 26 de marzo de1782.
CONCLUSIÓN
Finalmente,
luego de haber mostrado a los reyunos en sus acciones, y como reaccionaron a un
mundo jurídico que le habia sido traído desde fuera, impuesto por los
conquistadores, operando insidiosamente con fuerzas y modos económicos sobre
los que ellos no tenían ningún control, mundo que ellos mismos, incluso sin
darse cuenta, han contribuído a mantener; pero que siendo desbravados a la fuerza
para acoplarlos cada vez a las nuevas exigencias que les imponían los
gobernadores, estos indios reyunos han terminado por rechazarlas a riesgo de la
vida. Los hechos presentados demuestran que estas nuevas exigencias fueron
impuestas por el gobernador en beneficio personal y en perjuicio de los
reyunos.
Este es el
sentido de este trabajo, mostrar esta Historia como ejemplo para que sirva para
la acción, para acción histórica. Podemos simpatizar o no con estos indios
reyunos. Pero sí tenemos que reconocer su existencia. Reconocer a través de
estos hechos que en diferentes momentos históricos – incluso de nuestra
Microhistoria Local- hubo hombres cuya acción contribuyó a cambiar profundamente
la sociedad, como este grupo de los 310
indios reyunos que cambiaron las imposiciones de los funcionarios del más
grande imperio de la
Humanidad de la época.
San Miguel de Calbuco, octubre
de 2005
[1]
Este artículo fue publicado en
la Revista ESPACIO REGIONAL Revista de Estudios Sociales del Departamento de
Ciencias Sociales de la Universidad de los Lagos Volumen 2, Número 3 Año 2006
Osorno Chile pp. 29-45
[2]
Silva: Historia (inédita) EN: ANS FV Vol 141
[3]
Algunos indios en contra de sus encomenderos 1756 ANS CG Vol 510. Ya hemos visto que el pago era en especies y
su pago comenzó a desregularizarse en
tiempos del gobernador Santamaría
[4]
Algunos indios en contra de sus encomenderos 1756 ANS CG Vol 510
[5] Algunos indios en contra de sus
encomenderos 1756 ANS CG
Vol 510. Citamos este personaje por cuanto fue Alférez de Infantería en el
fuerte San Miguel y en 1750 llevó una expedición hasta la isla de Tenquegüén
(frente al actual Puerto Aysén en la mar océano) donde edificó el fuerte San
Fernando de Inche y se hizo acompañar por caciques de la reducción de Calbuco y
Abtao los que se quedaron de custodia en el fuerte durante 18 meses hasta que
se despobló.
[6]
Algunos indios en contra de sus encomenderos 1756 ANS CG Vol 510
[7]
Algunos indios en contra de sus encomenderos 1756 ANS CG Vol 510
[8]
Expediente contra varios indios de Chiloé por violación de correspondencia 1765
ANS CG Vol 323
[9]
Algunos indios en contra de sus encomenderos 1756 ANS CG Vol 510
[10]
Manuel Fernández de Castelblanco al presidente de Chile 1767 ANS CG Vol 664 fs
177
[11]
Carlos Olguín Bahamondes: Instituciones
políticas y administrativas de Chiloé en el siglo XVIII (Santiago 1971), 36
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