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viernes, julio 11, 2008

CALBUCO EN 1900

NUESTRA CUNA[1]

Por Don Belisario Goicolea (Atribuido)

Así como un gran estadista de nuestro país levantara su voz en la Cámara de Diputados parta manifestar lleno de júbilo que su cuna política era Carelmapu, así también nosotros, ¿porqué no hemos de manifestar en estas columnas que Calbuco es nuestra Cuna?.

I ya que esto hacemos, sin petulancia i sin orgullo, cumpliendo sólo con un natural deber, vamos a dar nuestros lectores de afuera, una idea compendiada de lo que es en sí el humilde lugar de nuestro nacimiento.

Calbuco, es una isla del departamento de Carelmapu, en la provincia de Llanquihue.

Está situada a corta distancia del continente, i separada a la vez por el estrecho i bellísimo canal de Punta Blanca. Sus cumbres i praderas, están casi cubiertas de una vegetación variada i caprichosa, encontrándose de trecho en trecho, un tupido ramaje de murtas, que la rodean con simetría muchísimos i frondosos avellanos.

Existe en esta isla, un pueblo de regular caserío en el cual vive i se desarrolla un activo i floreciente comercio de más de medio millón de pesos anuales, i, en cuyo centro comercial de envidiable crédito i labor, están radicadas las oficinas de todas las principales autoridades del departamento.

Embellecen al pueblo, varios edificios de elegante construcción, entre estos; figura en primera línea el que sirve de abrigo a nuestra imprenta i el que está dedicado para la enseñanza superior primaria.

En el centro del pueblo, existe un buen hotel, i frente de la iglesia parroquial tenemos una plaza espaciosa a quince metros sobre el nivel del mar, que tiene un dominio encantador sobre la bahía i sobre las preciosas islas que se ven al frente, meciéndose entre ellas, placentera i orgullosa, la antigua Chaullín, que, con sus playas de blanco cascajo, sus abundantes maquis i su flora de variado matiz forma por decirlo así, una belleza que hace más bella su elegante morada con sus mil plantas frutales, sus avenidas y sus pavos reales.

Con justísima razón, a esta isla de los paseos i encantos –que en el instrumento de compraventa se titula Helvecia- han dado en llamarla, primorosa perla del Sur.

Tiene la isla de Calbuco, tres puertos o atracaderos. Uno al norte, otro al sur, i otro al oeste, que sirven de resguardo seguro i suave varadero, a toda clase de embarcaciones cualquiera que sea su porte o calado, sin que cause a sus dueños o armadores ningún sacrificio o desembolso.

En el puerto del norte, que dista poco del apostadero Punta-Blanca, se ven quincenalmente uno o dos buques que, cual blancos cisnes se señorean en las tranquilas aguas de este estrecho.

Sus palos parecen hacer competencia con su elevación, a los pilares del telégrafo, esa elevada línea de alambre que luce colgada como cinta de unión a mas de cincuenta metros de altura, para llevar i traer la continua palabra que justifica nuestro envidiable progreso, sin que se altere siquiera de las improvisadas lesiones que las perillas de los mástiles suelen causarle.

El puerto sur, que casi tiene la forma de una ancha U, no tiene corrientes perjudiciales, i puede contener hasta cuatro buques a la distancia de cuarenta metros uno de otro i a cincuenta de la mas alta marea.

En este lugar, que se llama la Vega, se está formando un pueblecito que se une con el de Calbuco por una avenida bastante traficable.

La Vega es en el verano, el paseo predilecto para los de a pie, i allí, después de pasar el arroyuelo Buta-co, se encuentra con una lucida Estancia con árboles frutales i plantas exóticas, que dan vida i esplendor a un hermoso jardín de exquisita simetría.

Aquí, existe también, un buen comercio de maderas surtidas a cambio de dinero i mercaderías.

Tenemos, así mismo el puerto del este, que sirve de fondeadero a los vapores que hacen la carrera semanal, a cuyos costados atracan más de veinte embarcaciones de distintos tipos i tamaños para sacar la carga que nos viene del norte, i los equipajes de pasajeros que nos visitan con tanta frecuencia.

Existen también en Calbuco, o sea en el departamento de Carelmapu, varias máquinas de aserrar madera, algunas fábricas de cerveza, escobas i conservas de frutas, peces i mariscos, i un buen número de talleres de curtiduría, cestería, zapatería, herrería, carpintería, i sastrería, excelentemente montados i bien dirijidos, de donde encuentran trabajo diario, i a buen jornal, un gran número de hombres, mujeres i niños.

Tenemos en fin, grandes i espaciosas bodegas o depósitos de madera i leña de diferentes clases i dimensiones, i una variada provisión de artículos de consumo diario.

Par probar nuestro aserto, sobre el valor del comercio vamos a copiar en seguida, los datos que hemos adquirido de personas dignas de crédito.

Se han cargado i despachado para el norte de Chile i costa del Perú en el año próximo pasado, 26 buques de vela con un valor total de 208,000$ i en los 48 vapores que salen para el norte, sin contar con las 50 salidas del “Pudeto” que hace la carrera en todo el archipiélago, 96,000$. En letras de cambio contra bancos i casas comerciales, 29,214$. En jiros postales, 165,000$. En productos, elaborados, como ser conservas de ave, pescado, cordero, chancho, vaca, i marisco, 18,748$. I en varios otros productos, como por ejemplo, gallinas, papas, huevos, ostras, & 7.102$ que todos suman el total de 523,748$, cantidad sumamente crecida si se compara con el movimiento de otros pueblos de su categoría.

Adelante, pues, Calbuco, ¡Adelante!


[1] Artículo publicado en el Diario EL SOL de Calbuco el 21.07 1900 p.3. El Sol era propiedad de don Emilio Schmidt y oficiaba de Redactor el destacado hombre público don Belisario Goicolea a quien -previo análisis de otros artículos escritos por él- atribuimos estas notas.

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