ERCILLA, LA ARAUCANA Y CALBUCO. 450 AÑOS
El 26 de febrero de 2008 se conmemoran 450 años que los paisajes calbucanos fueran entrevistos por el poeta Alonso de Ercilla al salir de la espesura de la selva donde, junto a la hueste del gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza, anduvo días errante.
El poeta, en su insigne obra LA ARAUCANA, describe las peripecias del viaje y la visión que tuvo del archipiélago Calbucano, al que bautizaron ARCHIPIELAGO DE LA CANANEA.
El decreto municipal Nº 333 del 04.05.1989 que declara día oficial de la Fundación de Calbuco dice a la letra:
Que, la historia de Calbuco, se ubica desde fines del siglo XVI, cuando don García Hurtado de Mendoza, llega a esta zona para explorar la región y pernocta con sus tropas por algún tiempo a las orillas del seno de Reloncaví.
Si bien no compartimos los considerandos de este decreto, rescatamos que Calbuco recuerde este singular hecho como hito de su historia.
El viaje de Ercilla, la ruta y los lugares visitados han sido objeto de una revisión histórica permanente, donde se han planteado diversas hipótesis. Entregamos en esta oportunidad una de las primeros estudios sobre el tema, escrito por el Capitán Francisco Vidal Gormaz, publicado en 1870 en la Revista de Santiago.
Sobre la visita del poeta hemos escrito lo siguiente en Cuadernos de Caicaén:El 26 de febrero de 2008 se conmemoran 450 años que los paisajes calbucanos fueran entrevistos por el poeta Alonso de Ercilla al salir de la espesura de la selva donde, junto a la hueste del gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza, anduvo días errante.
El poeta, en su insigne obra LA ARAUCANA, describe las peripecias del viaje y la visión que tuvo del archipiélago Calbucano, al que bautizaron ARCHIPIELAGO DE LA CANANEA.
El decreto municipal Nº 333 del 04.05.1989 que declara día oficial de la Fundación de Calbuco dice a la letra:
Que, la historia de Calbuco, se ubica desde fines del siglo XVI, cuando don García Hurtado de Mendoza, llega a esta zona para explorar la región y pernocta con sus tropas por algún tiempo a las orillas del seno de Reloncaví.
Si bien no compartimos los considerandos de este decreto, rescatamos que Calbuco recuerde este singular hecho como hito de su historia.
El viaje de Ercilla, la ruta y los lugares visitados han sido objeto de una revisión histórica permanente, donde se han planteado diversas hipótesis. Entregamos en esta oportunidad una de las primeros estudios sobre el tema, escrito por el Capitán Francisco Vidal Gormaz, publicado en 1870 en la Revista de Santiago.
EL VIAJE DE DON GARCIA HURTADO DE MENDOZA .
Al igual que sus predecesores, el gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza organizó a fines de 1557 una expedición terrestre a la parte austral del territorio para llegar al Estrecho de Magallanes. La otra motivación que tenía el gobernador era “encontrar tierras para repartir e indígenas que encomendar, entre lo ya conocido y El Estrecho descubierto por Magallanes”; pues tenía la noticia que en estos lugares “había muchas provincias ricas de oro” y de esta manera “satisfacer con su riqueza” a los numerosos acompañantes que traía del Perú.
La expedición de García Hurtado de Mendoza salió desde la ciudad de Valdivia con 200 hombres y algunos indios auxiliares. En ella iban Julián Gutiérrez Altamirano y el poeta Alonso de Ercilla. Este último en su famoso poema La Araucana narra como vívido testigo la epopeya del fragoso viaje en el cual -después de días terribles perdidos entre breñas y lodazales- emergiendo desde el fondo de la húmeda selva, una mañana radiante descubrieron desde la altura:
De Ancud el espacioso y fértil raso,
Y al pie del monte y áspera ladera
Un extendido lago y gran ribera
Era un ancho archipiélago poblado
De innumerables islas deleitosas,
Cruzando por uno y otro lado
Góndolas y piraguas presurosas.
Bautizaron al archipiélago que divisaban como La Cananea, el cual no sería otro que el grupo de islas de Calbuco y el lugar donde dominaban tan magnífico panorama sería aproximadamente Pelluco Alto.
Allí recuperaron fuerzas y saciaron su hambre con murtas y frutillas silvestres. Pronto llegó una embarcación con quince aborígenes cuyo jefe les ofreció grandes muestras de hospitalidad y también alimentos.
Don García instaló su campamento en las márgenes del Seno de Reloncaví. La noticia de la llegada de los expedicionarios se esparció por la comarca cercana, llegando algunos caciques con su gente al vivac trayendo refrescos y alimentos. Llenos de curiosidad los nativos contemplaban a estos hombres blancos, rubios y barbados, de distinta lengua y vestidos. Los caballos, escaupiles, morriones, las espadas de los conquistadores y el estruendo de sus mosquetes, maravillaron a los indios del lugar.
Continuó Don García su marcha llevando “rumbo al sur derecho”, encontrando que el archipiélago se iba ensanchando con islas, en “gran número pobladas”
Durante tres días la hueste de Don García caminó hacia el sur costeando por la banda oriental del Seno de Reloncaví. Al tercer día después de tres horas de marcha, “un hondo y veloz desaguadero” de un supuesto lago les impidió el paso. De acuerdo a la interpretación de la documentación contemporánea éste no sería otro que el estuario del Reloncaví, llamado antiguamente Purahilla .
Aquel “ancho caudal de la creciente” del desaguadero impuso límite al avance hacia el Estrecho a don García. El mismo informa del hecho al Consejo de Indias diciendo en una carta “y no pudiendo pasar adelante para entrar en el lago la tierra adentro hasta la cordillera grande que dicen de las nieves y desaguar en la mar, con anchor de diez a doce leguas”.
También los testigos del viaje coinciden en señalar que la expedición llegó hasta un lugar donde se encontraba el mar con la cordillera nevada y que no se pudo seguir la jornada más allá; por lo cual se volvió por otro camino. El punto geográfico del final del viaje sería la bahía de Lenca.
Más preciso es el abogado don Julio Olavarría Avila quien estima que la expedición habría llegado hasta la caleta La Arena.
Desde el campamento establecido en bahía Lenca el Gobernador dispuso que el licenciado Julián Gutiérrez Altamirano con cincuenta hombres -entre los que se contaba don Alonso de Ercilla- embarcados en dalcas hicieran un reconocimiento del archipiélago.
Los exploradores pasaron a la isla principal que parece ser Guar o Puluqui. De allí el poeta dió cuenta de los indios, de sus casas “de paredes y techumbres humildes” y de sus huertos:
“Entré entre dos islas, paseando
sus pobladas y fértiles orillas,
otras fui torno a torno rodeando
cercado de domésticas barquillas
de quien me iba por puntos informando
de algunas nunca vistas maravillas...” .
Como en parte alguna de su poema, Ercilla menciona a Altamirano, varios autores creen que la expedición exploratoria de las islas pudo dividirse en dos partidas: el grupo de Ercilla que reconocería Tenglo, Guar y Maillen y el otro comandado por Altamirano, que rumbeando el sur pasaría el Estrecho de Tautil llegando hasta las islas de Calbuco y Quigua.
Don Crescente Errázuriz cree que llevados por la marea vaciante debieron pasar forzosamente por la isla de Calbuco desembarcando en ella y pernoctando allí o en la vecina isla de Quigua.
Las instrucciones de la expedición indicaban que debían regresar al campamento al cuarto día. Cumplido este plazo Ercilla ve que la mayor de las islas -que podría ser Puluqui- está a su alcance e interpretando el deseo de todos quiso poner pie en ella, y “reforzando una barca de remeros” atravesaron el canal
“Llegando a zabordar hechos pedazos
a puro remo y a fuerza de los brazos”
Era el 28 de febrero de 1558. Quiso Ercilla llegar mas lejos que sus compañeros e internándose en la isla, en el tronco de un gran árbol escribió su inmortal estrofa que empieza: "Aquí llegó donde otro no ha llegado...”.
¿Adónde llegó Alonso de Ercilla?. Es un tema en el cual no hay concordancia entre los historiadores. Al respecto el cronista Jerónimo de Vivar que vivió en Chile en ese tiempo nos da noticias sobre el hecho. “envió el gobernador a Julián Gutiérrez de Altamirano en ciertas canoas con gente que pasó a una isla que se parecía grande encima de todas las demás, la cual isla se dice Anquecuy, la cual isla hallaron muy poblada y mucho ganado y maíz y papas y gran noticia de oro y plata. Visto esto se volvió el caudillo” .
JOSE D. MANSILLA ALMONACID
_______________________________________________________
ERCILLA I EL DESCUBRIMIENTO DE CHILOE[1]
Francisco Vidal Gormaz
Ercilla, describiendo los hechos en que
el mismo intervino, los hechos de sus
compañeros de armas, hechos conocidos de
tantos, contrajo la obligación de sujetarse
algo servilmente a la verdad histórica.
LA ARAUCANA, juicio crítico por don Andrés Bello.
Ocupado en explorar parte de la región austral de Chile desde algunos años há, he necesitado compulsar algunos documentos históricos relativos a los puntos que estudiaba, no tanto por ilustrarme en la crónica de aquellos tiempos i lugares sino para confrontar los conocimientos geográficos alcanzados en diversas épocas.
Ercilla, como lo dice mui bien el respetable autor de las líneas con que encabezamos estos apuntes, es uno de los más prolijos i notables, i podemos asegurar que el señor Bello decía una profunda verdad al escribir en su juicio crítico sobre La Araucana la sentencia a que nos referimos.
Leer a Ercilla sobre el terreno que describió a mediados del siglo XVI hace admirar a un gran soldado i al poeta historiador no menos que al geógrafo, que con tanta exactitud permite reconocer las huellas de los conquistadores después de largas centurias.
Hacer conocer uno de sus rasgos geográficos más notables, ordinariamente mal interpretado, es el móvil de las siguientes líneas.
La cansada columna del presidente de Chile, don García Hurtado de Mendoza, de la que formaba parte Alonso de Ercilla i Zúñiga, después de su larga peregrinación a través de los bosques de Valdivia, descubrió:
“de Ancud el espacioso i fértil raso
i al pie del monte i áspera madera
un estendido lago i gran ribera.
Era un ancho archipiélago, poblado
cruzando por el uno i otro lado
góndolas i piraguas presurosas”[2]
Aceptando estos versos de Ercilla, no nos es posible dejar de hacer algunas observaciones a las opiniones contradictorias que circulan en varios escritos históricos. I aceptamos el testo del poeta porque en los numerosos casos que hemos podido comparar sus descripciones sobre el terreno mismo a que se refiere, es tan rigurosamente exacto que admira; por lo que jamás, así lo creemos, pudo haber tergiversado la historia sometiendo su pujante numen al rigor de un consonante.
A pesar de los versos citados, hai quien cree que Carelmapu es el punto donde divisaron los exploradores al archipiélago de Chiloé, i de la misma manera se supone también que el río Maullin, llamado antiguamente Purailla es “el hondo i veloz desaguadero” que atravesó Ercilla el postrer día de febrero de 1558[3], i donde se detuvo la columna de don García al avistar el archipiélago. Por nuestra parte estamos mui lejos de aceptar tales suposiciones, desde que sobre el terreno descrito admirablemente por el poeta, hemos escuchado sus armoniosas octavas.
Ercilla, al anunciar el descubrimiento, nos habla de “un estenso lago situado al pie de un monte de áspera ladera”, i luego agrega: “que era un ancho archipiélago poblado de numerosas islas”
Desde las riberas del Maullin, cualquiera que sea el punto que se elija, no se sospecha la existencia de lago alguno ni mucho menos se divisa un monte de áspera ladera. Desde Carelmapu tampoco puede verse lago alguno o montaña que concuerde con la descripción de don Alonso, por lo que creemos desechables las anteriores suposiciones i mal interpretada la descripción de Ercilla.
La columna de don García Hurtado de Mendoza debió avistar el archipiélago desde el antiguo Melipulli –hoy puerto Montt- desde las alturas que miran hacia la isla de Maillen en el seno de Reloncaví; i solo así se puede poner de acuerdo el testo de Ercilla con la región citada, admirando a la vez el rigor de sus descripciones. Desde cualquiera de esos dos puntos se denomina el espacioso seno de Reloncaví i algunas islas del archipiélago, como así mismo “la gran ribera al pie del monte” de Calbuco o volcán Yate que se dibujan sobre las cristalinas aguas del Reloncaví.
Avistado el archipiélago, que no puede ser otro que el grupo de islas de Calbuco, descendieron los descubridores sobre la costa, cosa que no hubieran tenido que hacer por Maullin o Carelmapu, donde no se presenta región elevada que obligase al poeta a espresarse en estos términos
…”a la bajada
de la ribera, en parte montuosa,
hallamos la frutilla coronada
que produce la murta virtuosa”[4]
El mismo día, reparadas las fuerzas de la cansada columna con los generosos recursos suministrados graciosamente por los isleños , i
“Esforzada así desta manera
i también esforzada la esperanza,
se comenzó a marchar por la ribera,
según nuestra costumbre, en ordenanza;
i andando una gran legua, en la primera
tierra que pareció cómoda estanza
Cerca del agua, en reparado asiento
Hicimos el primer alojamiento[5].
Al día siguiente continuaron su marcha, llevando:
…” el rumbo al sur derecho
la torcida ribera costeando
siguiendo la derrota del Estrecho,
por los grados la tierra demarcando:
pero cuanto ganábamos de trecho,
iba el gran archipiélago ensanchando,
descubriendo a distancias desviadas
islas en grande número pobladas.”[6]
El marchar “al sur derecho” siguiendo la torcida costa i la circunstancia de que el archipiélago se ensanchaba al paso que hacían camino, como así mismo el hecho de avistar mayor número de islas, es del todo concluyente. Si el descubrimiento del archipiélago de Ancud hubiese tenido lugar por Maullín o Carelmapu, de seguro que el poeta no hubiese descrito con tanta semejanza la costa occidental del seno de Reloncaví i el grupo de islas de Calbuco.
El segundo día de marcha dice Ercilla que visitó la isla principal (Puluqui?), reconoció dos mas i rodeó algunas otras[7].
Luego agrega:
Pues otro día que el campo caminaba
que de nuestro viaje fue el tercero,
habiendo ya por tres horas que marchaba,
hallamos por remate i fin postrero
que el gran lago en el mar se desaguaba
por un hondo i veloz desaguadero
que la corriente i ancha travesía
el paso por allí nos impedía[8].
Esta octava hace mas evidente que el camino seguido por las tropas de don García era la costa antes indicada i de ninguna manera la del Océano. Por otra parte, demuestra también que el término del viaje fue el canal de Chacao i no el río Maullin o Purohilla; que a haber sido éste, en medio día habrían dado con el desaguadero; mas el poeta solo habría tenido a la vista las rocas llamadas hoy día farellones de Carelmapu i la isleta de doña Sebastiana, todas casi inabordables i sin habitantes. Lo que no concuerda con las islas descritas por Ercilla, que eran bien pobladas i abundantes de recursos i de embarcaciones.
Don Alonso de Góngora i Marmolejo, en el capitulo 29 de su historia de Chile, hace sospechar que la senda seguida por Hurtado de Mendoza llevaba los Andes a corta distancia i no de otra manera podían haber visto el gran lago que llamaron de Valdivia, el Llanquihue. Siendo así, la versión de Marmolejo, historiador coetáneo al descubrimiento de Chiloé, está también de acuerdo con Ercilla en cuanto al punto desde donde avistaron el archipiélago.
El obstáculo ofrecido por el estrecho de Chacao, parece que decidió a don García a dar por terminada la marcha i dispuso su vuelta al norte, huyendo del invierno i para darse tiempo de poblar a Osorno, lugar con el que había simpatizado en su marcha al sur; pero antes de verificarlo comisionó, al licenciado Altamirano para que con algunas piraguas fuese a reconocer mas adelante. A esta partida parece que iba agregado el poeta Ercilla, pues de lo contrario habría hecho mencion de ella en su notable poema, en vez de pintar la columna de don Garcia en retirada después del tercer día de reconocimiento.
Altamirano, con su jente, solo reconoció el grupo de islas de Calbuco i las riberas del desaguadero de Ancud hasta Carelmapu, su arte occidental, i prueba de haber estado en este último punto se encuentra en la narración de la malograda expedición al Magallanes de Juan Ladrilleros, en que se asegura haberles oído a los indios que nombraban con frecuencia a Altamirano, en noviembre de 1558, circunstancia que probó a esos desgraciados marinos que alguna columna española había llegado hasta Carelmapu, llamado en aquel tiempo Chanqui, nombre que conservan hasta el presente las alturas de la península de Chocoi.
Trazada ya la senda seguida por los descubridores, veamos cual puede ser el punto de la isla grande de Chiloé en que abordó Ercilla cuando cruzó el Chacao, para grabar en el tronco de un árbol la fecha del descubrimiento. Sigamos al poeta un poco mas:
Mas yo, que mis designios verdaderos
eran de ver el fin de esta jornada,
con hasta diez amigos compañeros,
jente gallarda brava i arriscada
reforzando una barca de remeros,
pasé el gran brazo y agua arrebatada,
llegando a zabordar, hechos pedazos,
a puro remo i fuerza de los brazos,
entramos en la tierra algo arenosa,
ein lengua i sin noticia, a la ventura;
áspera al caminar i pedregosa,
a trechos ocupada de espesura;
mas visto que la empresa era dudosa
i que pasar de allí sería locura,
dímonos vuelta luego a la piragua
volviendo a atravesar la furiosa agua[9]
Por la primera octava puede verse claramente que el gran brazo i agua arrebatada no puede ser el río Maullin, cuyas pandas aguas se mueven suavemente a impulsos del flujo i reflujo del océano. Por otra parte resaltaría desde luego el desorden en la descripción de Ercilla; pues para que así fuese era necesario que hubiese atravesado “el hondo i veloz desaguadero” antes del descubrimiento del archipiélago de Ancud, mientras que, según se ha visto, después de tres días de marcha, siguiendo al sur derecho la torcida costa, llevando a la vista numerosas islas pobladas, i solo entonces, fueron detenidos por el desaguadero o canal de Chacao.
Por la segunda octava se viene en conocimiento que la punta Pugueñun o sus inmediaciones, únicos puntos que concuerdan por su naturaleza con la descripción del poeta, ha sido el ocal donde abordaron los valientes castellanos al cruzar las raudas aguas del Chacao; i solo estas podían conmover la imaginación de Ercilla hasta el punto de calificarlos de “arrebatadas y furiosas”.
La naturaleza arenosa de Pugueñun –en partes aluvial, con sus riberas respaldadas por dunas, matorrales i bosques a trechos- concuerda perfectamente con la descripción de Ercilla. Cualquier otro punto de la costa de la isla grande de Chiloé es inaceptable.
Conocida la senda seguida por don García Hurtado de Mendoza, la región por donde avistaron el archipiélago de Ancud i el punto que abordó Ercilla en la isla Grande, concluiremos por la fecha del descubrimiento.
La más aceptada es la que dá Ercilla i que asegura haber grabado en el tronco de un corpulento árbol, sobre la costa norte de la isla grande del archipiélago, como un recuerdo de su atrevida empresa, por medio de la octava siguiente:
Aquí llego donde otro no ha llegado,
don Alonso de Ercilla, que el primero
en un pequeño barco deslastrado,
con solo diez pasó el desaguadero;
el año de cincuenta i ocho entrado
sobre mil i quinientos, por febrero,
a las dos de la atrde el postrer día,
volviendo la dejada compañía. [10]
Esta interesante ficción del poeta, porque no es posible pueda grabarse una octava real sobre la corteza de un árbol, mas ha conservado la fecha del descubrimiento.
Chiloé, pues, fue avistado desde el seno de Reloncaví el 26 de febrero, teniendo lugar la atrevida empresa de cruzar el Chacao dos días después, o sea el ultimo día de febrero de 1558.
F. Vidal Gormaz
______________
NOTAS
[1] REVISTA DE SANTIAGO Nº 1 Santiago 1870
[2] Araucana, canto 35, octava 40 i 41
[3] DICCIONARIO JEOGRAFICO DE CHILE, por Asta-Buruaga, voces CHACAO I MAULLIN
[4] Araucana, canto 35, octava 44
[5] Id, id, 36, id. 11
[6] Araucana, canto 35, octava 17
[7] Araucana, canto 35, octava 19 i 21
[8] Araucana, canto 35, octava 22
[9] Araucana, canto 36, octavas 26 i 27
[10] Araucana, canto 36, octava 29
[1] REVISTA DE SANTIAGO Nº 1 Santiago 1870
[2] Araucana, canto 35, octava 40 i 41
[3] DICCIONARIO JEOGRAFICO DE CHILE, por Asta-Buruaga, voces CHACAO I MAULLIN
[4] Araucana, canto 35, octava 44
[5] Id, id, 36, id. 11
[6] Araucana, canto 35, octava 17
[7] Araucana, canto 35, octava 19 i 21
[8] Araucana, canto 35, octava 22
[9] Araucana, canto 36, octavas 26 i 27
[10] Araucana, canto 36, octava 29